1 Corintios 14

A) CONTEXTO

Introducción

El capítulo 14 de 1 Corintios aborda específicamente el uso de los dones espirituales, particularmente la profecía y el hablar en lenguas, dentro de la iglesia. Para comprender plenamente este capítulo, es crucial situarlo en el contexto más amplio de la carta de Pablo a los Corintios, así como en los capítulos anteriores y posteriores que tratan temas relacionados con la vida comunitaria y la adoración en la iglesia. También exploraremos el contexto histórico y cultural de Corinto para entender mejor los problemas que Pablo estaba abordando.

Contexto Histórico y Cultural

La Ciudad de Corinto

Corinto, una ciudad próspera y cosmopolita en el mundo antiguo, era conocida por su riqueza, comercio y diversidad cultural. Su ubicación en el istmo de Corinto la convertía en un punto de encuentro para viajeros y comerciantes de todo el Mediterráneo. Sin embargo, también era conocida por su inmoralidad y prácticas religiosas paganas. La iglesia en Corinto, por tanto, se encontraba en un entorno que presentaba desafíos únicos para vivir una vida cristiana.

La Iglesia en Corinto

La iglesia de Corinto fue establecida por Pablo durante su segundo viaje misionero (Hechos 18:1-17). Esta comunidad cristiana era diversa, compuesta tanto por judíos como por gentiles convertidos, lo que aportaba una mezcla de antecedentes culturales y religiosos. Esta diversidad contribuía a las tensiones internas y a los desafíos de mantener la unidad y la pureza doctrinal en la congregación.

Contexto de los Capítulos Anteriores

Capítulo 12: Los Dones Espirituales y la Unidad del Cuerpo de Cristo

El capítulo 12 de 1 Corintios introduce la discusión sobre los dones espirituales, enfatizando que estos son diversos pero todos provienen del mismo Espíritu y tienen el propósito de edificar el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:4-7). Pablo utiliza la metáfora del cuerpo humano para ilustrar cómo cada miembro tiene una función única y necesaria, pero todos deben trabajar juntos para el bienestar común (1 Corintios 12:12-27).

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.” (1 Corintios 12:12)

La preocupación de Pablo es que los dones no sean una fuente de orgullo y división, sino de servicio y edificación mutua. Este trasfondo es crucial para entender la exhortación de Pablo en el capítulo 14 sobre el uso ordenado y edificante de los dones espirituales.

Capítulo 13: El Camino del Amor

El capítulo 13, conocido como el “capítulo del amor”, se centra en la primacía del amor sobre todos los dones espirituales. Pablo argumenta que, sin amor, los dones como la profecía, el conocimiento y el hablar en lenguas son inútiles (1 Corintios 13:1-3). El amor es descrito como paciente, bondadoso y eterno, y debe ser el fundamento sobre el cual se ejerzan todos los dones espirituales (1 Corintios 13:4-8).

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1 Corintios 13:13)

Este enfoque en el amor prepara el camino para la instrucción específica de Pablo en el capítulo 14 sobre cómo los dones deben ser utilizados en el contexto de la adoración comunitaria.

Capítulo 14: Profecía y Lenguas en la Iglesia

El Valor de la Profecía sobre las Lenguas

En el capítulo 14, Pablo establece una distinción clara entre el don de lenguas y el don de profecía, destacando que la profecía es superior en el contexto de la adoración comunitaria porque edifica, exhorta y consuela a la iglesia (1 Corintios 14:1-5). Mientras que el hablar en lenguas puede ser edificante para el individuo, sin interpretación no edifica a la congregación.

“Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.” (1 Corintios 14:2-3)

La Necesidad de Orden en la Adoración

Pablo enfatiza la importancia del orden en los servicios de adoración para que todos puedan ser edificados. Esto incluye que las lenguas deben ser interpretadas para que la congregación entienda y sea edificada (1 Corintios 14:27-28). La profecía, al ser comprensible para todos, es preferible en la asamblea (1 Corintios 14:29-33).

“Pero hágase todo decentemente y con orden.” (1 Corintios 14:40)

El Papel de las Mujeres en la Adoración

Un pasaje controvertido en este capítulo es la instrucción de Pablo sobre el papel de las mujeres en la iglesia (1 Corintios 14:34-35). Este pasaje debe ser interpretado a la luz del contexto cultural y de otros pasajes donde Pablo reconoce y valora el ministerio de las mujeres (Romanos 16:1-16). La exhortación de Pablo parece estar enfocada en mantener el orden y evitar la confusión en los servicios de adoración.

“Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.” (1 Corintios 14:34)

Contexto de los Capítulos Posteriores

Capítulo 15: La Resurrección de Cristo

El capítulo 15 es uno de los capítulos más importantes del Nuevo Testamento, ya que Pablo presenta una defensa detallada de la resurrección de Cristo y su importancia central para la fe cristiana. Pablo argumenta que la resurrección es esencial para la esperanza cristiana y que sin ella, nuestra fe es vana (1 Corintios 15:14-19).

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” (1 Corintios 15:20)

La discusión sobre la resurrección también incluye la promesa de la resurrección futura de los creyentes, conectando la fe en Cristo con la esperanza de la vida eterna (1 Corintios 15:51-58).

Capítulo 16: Instrucciones Finales y Saludos

El capítulo 16 cierra la carta con instrucciones prácticas y saludos. Pablo habla sobre la colecta para los santos en Jerusalén, dando instrucciones específicas sobre cómo debe realizarse (1 Corintios 16:1-4). También menciona sus planes de viaje y envía saludos a varios miembros de la iglesia (1 Corintios 16:5-24).

“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor.” (1 Corintios 16:13-14)

Resumen del Contexto

1 Corintios 14 se sitúa en medio de una discusión extensa sobre los dones espirituales y su uso adecuado dentro de la iglesia. Los capítulos 12 y 13 establecen los principios de diversidad y unidad en el cuerpo de Cristo y la primacía del amor, respectivamente. En este contexto, el capítulo 14 proporciona instrucciones específicas sobre cómo los dones de profecía y lenguas deben ser utilizados de manera ordenada y edificante en la adoración comunitaria.

El contexto cultural de Corinto, con su diversidad y desafíos internos, resalta la importancia de las enseñanzas de Pablo para mantener la unidad y la edificación mutua en la iglesia. Al situar 1 Corintios 14 dentro de este marco más amplio, podemos apreciar mejor la intención de Pablo de guiar a los creyentes hacia una adoración que honre a Dios y edifique a toda la congregación.

B) MAPA RESUMEN

1. Profecía y Lenguas (Versículos 1-25)

  • Versículos 1-5:
    • Enfoque: Busca el amor y anhela los dones espirituales, especialmente la profecía.
    • Profecía: Edifica, exhorta y consuela a la iglesia.
    • Lenguas: Sin interpretación, solo edifica al hablante, no a la iglesia.
  • Versículos 6-19:
    • Claridad: Hablar en lenguas sin interpretación no beneficia a la congregación.
    • Entendimiento: Prefiere cinco palabras comprensibles a diez mil en una lengua desconocida.
  • Versículos 20-25:
    • Madurez: No sean niños en entendimiento; en malicia sean niños, pero en entendimiento sean adultos.
    • Signo: Las lenguas son una señal para los incrédulos; la profecía es para los creyentes.

2. Orden en el Culto (Versículos 26-40)

  • Versículos 26-33:
    • Edificación: Todo debe hacerse para edificación.
    • Orden: Las lenguas deben ser interpretadas, y la profecía debe ser evaluada.
    • Participación: Uno a la vez, con el objetivo de instruir y edificar.
  • Versículos 34-36:
    • Mujeres: Deben guardar silencio en las iglesias, no les es permitido hablar, sino estar sujetas.
  • Versículos 37-40:
    • Reconocimiento: Quien crea ser profeta o espiritual, debe reconocer que lo escrito es mandamiento del Señor.
    • Decencia y orden: Todo debe hacerse decentemente y con orden.

Aplicación Práctica

  • Primacía del Amor: Los dones espirituales deben ejercerse en amor para edificación de la iglesia.
  • Claridad y Edificación: La comunicación en la iglesia debe ser clara y edificante.
  • Orden en el Culto: Mantener un orden que refleje decencia y respeto en el culto.

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Chapter Navigation

1 Corintios 14:1 – Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 

“Seguid”

La palabra “seguid” (en griego, “diōkete” – διώκετε) implica una búsqueda activa y persistente. No es un seguimiento pasivo, sino una persecución diligente. Este verbo sugiere un esfuerzo continuo y decidido. En Hebreos 12:14, se nos insta a “seguir la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. La idea de seguir implica una dedicación constante y un compromiso de largo plazo. En nuestra vida cristiana, estamos llamados a buscar activamente lo que es de Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Marcos 12:30). Este seguimiento requiere disciplina y un enfoque constante en Cristo (Filipenses 3:14).

Seguir implica vivir con una intención clara y un propósito definido. Es un llamado a ser proactivos en nuestra fe, buscando continuamente conocer más a Dios y conformarnos a la imagen de Cristo. La acción de seguir sugiere que no nos quedemos donde estamos, sino que avancemos constantemente hacia la madurez espiritual. Efesios 4:13-15 nos llama a crecer en la madurez en Cristo, ya que seguir implica un proceso continuo de transformación y renovación (Romanos 12:2).

“El amor”

El “amor” (en griego, “agape” – ἀγάπη) es el amor desinteresado y sacrificial que se demuestra en acción. 1 Corintios 13 describe detalladamente este amor, subrayando que es paciente, bondadoso, no envidioso, no jactancioso, no orgulloso, no deshonra a los demás, no es egoísta, no se enoja fácilmente y no guarda rencor. Este tipo de amor se ve plenamente en Dios, quien “demostró su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Jesús nos manda a amar a Dios con todo nuestro ser y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-39). Este amor es la esencia de la naturaleza de Dios y debe ser la motivación de todas nuestras acciones y relaciones. 1 Juan 4:7-8 nos exhorta a amarnos unos a otros porque el amor es de Dios, y todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El amor es el mayor mandamiento y debe ser la base de nuestra vida cristiana (Juan 13:34-35).

Seguir el amor implica hacer del amor nuestra máxima prioridad, ya que es la esencia de la vida cristiana. Todo lo que hacemos debe ser motivado por el amor a Dios y al prójimo. Amar a los demás sacrificialmente y sin condiciones refleja el carácter de Dios y cumple el gran mandamiento de Jesús (Juan 13:34-35). Esto implica ser paciente, bondadoso, no envidioso ni jactancioso, no orgulloso ni egoísta, y estar dispuesto a perdonar (1 Corintios 13:4-7).

“Y procurad”

La palabra “procurad” (en griego, “zēloute” – ζηλοῦτε) sugiere un deseo ferviente y celoso. Indica una intensidad en la búsqueda, similar al celo por algo muy valioso. Pablo nos exhorta a desear ardientemente los dones espirituales. Este celo no es simplemente una preferencia, sino una pasión que se traduce en acción. 1 Corintios 12:31 nos dice que debemos procurar los mejores dones, y aun así Pablo muestra un camino aún más excelente, el amor.

Este deseo ferviente debe estar alineado con la voluntad de Dios y guiado por el Espíritu Santo (Romanos 12:11). Procurar los dones espirituales es una invitación a reconocer que necesitamos el poder del Espíritu Santo para edificar la iglesia y para cumplir la misión de Dios en el mundo. Significa tener una disposición de corazón que busca ser usada por Dios en cualquier capacidad que Él determine. Este celo debe ser cultivado con humildad y dependencia de Dios, reconociendo que los dones son para Su gloria y no para nuestra exaltación personal.

“Los dones espirituales”

Los “dones espirituales” (en griego, “ta pneumatika” – τὰ πνευματικά) son habilidades y capacidades dadas por el Espíritu Santo para edificar la iglesia y glorificar a Dios. 1 Corintios 12:7-11 describe varios dones, incluyendo la sabiduría, el conocimiento, la fe, los dones de sanidades, el hacer milagros, la profecía, el discernimiento de espíritus, las diversas lenguas y la interpretación de lenguas. Estos dones son dados para el beneficio común y deben ser usados con amor (1 Pedro 4:10).

La diversidad de dones refleja la obra multifacética del Espíritu en la iglesia, y cada creyente tiene un papel único en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:4-6). Procurar los dones espirituales nos llama a identificar, desarrollar y utilizar nuestros dones para el bien común y la edificación del cuerpo de Cristo. Cada don es una manifestación de la gracia de Dios y debe ser ejercido con responsabilidad y en amor (Romanos 12:6-8).

“Pero sobre todo”

La frase “pero sobre todo” (en griego, “mallon de” – μᾶλλον δὲ) introduce una prioridad entre los dones espirituales. Aunque todos los dones son valiosos y necesarios, Pablo destaca que hay uno que debe ser especialmente deseado y procurado. Esta prioridad no disminuye la importancia de los otros dones, sino que resalta la función particular de uno de ellos en la edificación de la iglesia.

“Pero sobre todo” enfatiza la importancia de la profecía en la vida comunitaria de la iglesia. Aunque otros dones espirituales son esenciales para el funcionamiento del cuerpo de Cristo, la profecía tiene un impacto directo en la edificación, exhortación y consuelo de los creyentes (1 Corintios 14:3). Esta prioridad debe guiarnos a buscar con fervor el don de la profecía y a utilizarlo para fortalecer y guiar a la iglesia.

“Que profeticéis”

La profecía (en griego, “prophēteuō” – προφητεύω) es la capacidad de comunicar revelaciones de Dios con claridad y poder. A diferencia de la mera predicción del futuro, la profecía en el Nuevo Testamento incluye exhortación, edificación y consolación (1 Corintios 14:3). Pablo enfatiza la profecía porque edifica a la iglesia de una manera que otros dones no pueden. La profecía trae claridad y dirección, y ayuda a la iglesia a entender la voluntad de Dios.

En 1 Corintios 14:39, Pablo exhorta a los creyentes a anhelar la profecía porque, a través de ella, la iglesia es fortalecida y guiada. La profecía debe ser buscada y ejercida con amor y humildad, siempre alineada con las Escrituras y bajo la dirección del Espíritu Santo (1 Tesalonicenses 5:20-21). Debemos orar para que Dios nos conceda el don de la profecía y buscar oportunidades para usarlo para fortalecer a la iglesia.

Reflexión Final

1 Corintios 14:1 nos invita a una vida de amor y a una búsqueda activa de los dones espirituales, con un énfasis especial en la profecía. Esta exhortación nos llama a vivir en una relación cercana con Dios, buscando Su dirección y Su poder para edificar a Su iglesia.

Vivir en el Amor

Seguir el amor implica hacer del amor nuestra máxima prioridad, ya que es la esencia de la vida cristiana. Todo lo que hacemos debe ser motivado por el amor a Dios y al prójimo. Amar a los demás sacrificialmente y sin condiciones refleja el carácter de Dios y cumple el gran mandamiento de Jesús (Juan 13:34-35). Esto implica ser paciente, bondadoso, no envidioso ni jactancioso, no orgulloso ni egoísta, y estar dispuesto a perdonar (1 Corintios 13:4-7).

Procurar los Dones Espirituales

Procurar los dones espirituales es una invitación a reconocer que necesitamos el poder del Espíritu Santo para edificar la iglesia y para cumplir la misión de Dios en el mundo. Significa tener una disposición de corazón que busca ser usada por Dios en cualquier capacidad que Él determine. Este celo debe ser cultivado con humildad y dependencia de Dios, reconociendo que los dones son para Su gloria y no para nuestra exaltación personal.

Priorizar la Profecía

La profecía debe ser especialmente deseada porque tiene un impacto significativo en la edificación de la iglesia. A través de la profecía, Dios habla a Su pueblo, proporcionando exhortación, edificación y consolación (1 Corintios 14:3). Debemos orar para que Dios nos conceda el don de la profecía y buscar oportunidades para usarlo para fortalecer a la iglesia.

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y profetizar, reflejando así el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe.


1 Corintios 14:2 – Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.

“Porque”

La palabra “porque” (en griego, “gar” – γάρ) introduce una explicación o razón que apoya la declaración anterior. En este contexto, Pablo está explicando la diferencia y el propósito de los dones espirituales, en particular el don de lenguas y el don de profecía. Esta conjunción nos ayuda a entender por qué la profecía debe ser especialmente deseada. 1 Corintios 14:1 nos insta a seguir el amor y procurar los dones espirituales, especialmente la profecía. Aquí, Pablo comienza a explicar por qué la profecía es tan valiosa para la edificación de la iglesia.

“El que habla en lenguas”

La frase “el que habla en lenguas” (en griego, “ho lalōn glōssais” – ὁ λαλῶν γλώσσαις) se refiere a la práctica del don de lenguas, una manifestación del Espíritu Santo donde el creyente habla en un idioma que no ha aprendido naturalmente. Este don se mencionó por primera vez en Hechos 2:4, cuando los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen. Aunque el don de lenguas es una señal poderosa de la presencia del Espíritu, su uso debe ser entendido correctamente dentro de la comunidad de fe.

“No habla a los hombres, sino a Dios”

Pablo explica que el don de lenguas es una forma de comunicación directa con Dios. Este don es una expresión de oración y alabanza que edifica al individuo en su relación con Dios. En Romanos 8:26, Pablo menciona cómo el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad y “intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Aunque el don de lenguas no es comprendido por los oyentes humanos, es un medio por el cual el espíritu del creyente se conecta profundamente con Dios. Esta comunicación íntima y personal es valiosa, pero tiene limitaciones en su impacto comunitario.

“Pues nadie le entiende”

La frase “pues nadie le entiende” (en griego, “oudeis gar akouei” – οὐδεὶς γὰρ ἀκούει) subraya la barrera lingüística que existe cuando se habla en lenguas sin interpretación. Este don, aunque espiritual y edificante para el hablante, no beneficia directamente a los oyentes sin una interpretación. 1 Corintios 14:27-28 establece que si no hay intérprete, el hablante debe guardar silencio en la iglesia y hablar consigo mismo y con Dios. Esto nos enseña la importancia de la claridad y la comprensión en la edificación de la iglesia.

“Aunque por el Espíritu”

La frase “aunque por el Espíritu” (en griego, “de pneumati” – δὲ πνεύματι) indica que el don de lenguas es una manifestación genuina del Espíritu Santo. Este don no es un acto humano, sino una obra del Espíritu en la vida del creyente. 1 Corintios 12:7 nos dice que a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Aunque el don de lenguas es una obra poderosa del Espíritu, su uso debe ser guiado por el amor y el propósito de edificar a la iglesia (1 Corintios 13:1-2).

“Habla misterios”

La frase “habla misterios” (en griego, “mystēria lalei” – μυστήρια λαλεῖ) sugiere que el contenido del habla en lenguas es desconocido y oculto. Estos misterios son verdades espirituales que, aunque no son comprendidas por el entendimiento humano, son significativas en la relación del hablante con Dios. En 1 Corintios 2:7, Pablo habla de la sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. Los misterios hablados por el Espíritu en lenguas son parte de esta sabiduría divina que edifica el espíritu del creyente.

Conclusión

1 Corintios 14:2 nos da una comprensión clara del propósito y la función del don de lenguas en la vida del creyente y en la iglesia. Aunque este don es una forma de comunicación íntima con Dios, tiene limitaciones en su impacto comunitario sin interpretación.

Comprender el Propósito del Don de Lenguas

Debemos reconocer que el don de lenguas es una manifestación genuina del Espíritu Santo destinada a edificar al individuo en su relación con Dios. Es un medio poderoso de oración y alabanza, permitiendo una comunión profunda con el Señor. Sin embargo, su uso en la congregación debe ser acompañado de interpretación para que todos puedan ser edificados (1 Corintios 14:13).

Valorar la Edificación Comunitaria

La edificación de la iglesia es un principio fundamental en el uso de los dones espirituales. Mientras que el don de lenguas edifica al individuo, la profecía edifica a toda la congregación. Debemos procurar los dones espirituales que beneficien a la iglesia en su conjunto, promoviendo la comprensión, la unidad y el crecimiento espiritual (1 Corintios 14:3-5).

Buscar la Dirección del Espíritu Santo

Es crucial depender del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Debemos estar sensibles a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo (Efesios 5:18). La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son esenciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales.

Reflexión Final

1 Corintios 14:2 nos llama a una comprensión más profunda y equilibrada de los dones espirituales, en particular el don de lenguas. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con amor, sabiduría y un enfoque en la edificación de la iglesia. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe.


1 Corintios 14:3 – Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

“Pero”

La palabra “pero” (en griego, “de” – δὲ) introduce un contraste con lo mencionado anteriormente. En el versículo anterior, Pablo explicó que el que habla en lenguas habla a Dios y no a los hombres, ya que nadie entiende el lenguaje. Ahora, con el uso de “pero”, Pablo resalta una diferencia significativa al introducir la profecía, mostrando su mayor beneficio para la congregación. Este contraste enfatiza la importancia de la profecía en la edificación de la iglesia en comparación con el don de lenguas sin interpretación.

“El que profetiza”

La frase “el que profetiza” (en griego, “ho prophēteuōn” – ὁ προφητεύων) se refiere a aquel que tiene el don de profecía. La profecía, en este contexto, no se limita a predecir eventos futuros, sino que incluye la proclamación de la voluntad de Dios, revelando verdades espirituales y exhortando a la iglesia. 1 Corintios 12:10 y 1 Corintios 14:1 nos animan a procurar este don debido a su gran valor en la comunidad de fe. Profetizar implica ser un portavoz de Dios, comunicando Su mensaje para edificar, exhortar y consolar a los creyentes. La función del profeta en la iglesia es crucial para guiar, corregir y animar al pueblo de Dios (Efesios 4:11-13).

“Habla a los hombres”

El propósito de la profecía es comunicar un mensaje divino directamente a las personas. La frase “habla a los hombres” (en griego, “lalei anthrōpois” – λαλεῖ ἀνθρώποις) subraya el aspecto comunicativo y relacional de la profecía. A diferencia del don de lenguas que se dirige a Dios, la profecía se dirige a la congregación. Este don es un medio por el cual Dios se revela y se relaciona con Su pueblo. En Hebreos 1:1-2, se nos recuerda que Dios ha hablado a Su pueblo de muchas maneras y en estos últimos días nos ha hablado por medio de Su Hijo. La profecía continúa este patrón de comunicación divina, proporcionando dirección y revelación a la iglesia.

“Para edificación”

La palabra “edificación” (en griego, “oikodomēn” – οἰκοδομήν) implica construir, fortalecer y desarrollar. La profecía tiene como uno de sus principales propósitos la edificación de la iglesia. En 1 Corintios 14:12, Pablo dice que los dones espirituales deben ser utilizados para la edificación de la iglesia. La edificación incluye fortalecer la fe, promover la madurez espiritual y ayudar a los creyentes a crecer en su relación con Dios. Efesios 4:12-13 nos enseña que los dones espirituales, incluyendo la profecía, son dados para preparar a los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo. Este proceso de edificación es esencial para el crecimiento y la salud espiritual de la comunidad de fe.

“Exhortación”

La palabra “exhortación” (en griego, “paraklēsis” – παράκλησις) significa animar, instar y motivar. La profecía también tiene el propósito de exhortar a los creyentes, llamándolos a una acción fiel y obediente. En Hebreos 3:13, se nos insta a exhortarnos unos a otros cada día para que ninguno de nosotros se endurezca por el engaño del pecado. La exhortación es una llamada a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios, a mantenerse firmes en la fe y a perseverar en medio de las pruebas. La exhortación profética desafía y motiva a los creyentes a crecer en santidad y obediencia a la voluntad de Dios (2 Timoteo 4:2).

“Y consolación”

La palabra “consolación” (en griego, “paramythian” – παραμυθίαν) significa confortar y aliviar. La profecía también tiene el propósito de consolar a los creyentes, brindándoles aliento y esperanza en tiempos de dificultad. En 2 Corintios 1:3-4, Pablo describe a Dios como el “Padre de misericordias y Dios de toda consolación”, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos consolar a otros con el consuelo que nosotros mismos hemos recibido de Dios. La consolación profética ofrece esperanza y paz, recordando a los creyentes las promesas de Dios y Su presencia constante en medio de las adversidades.

Conclusión

1 Corintios 14:3 destaca el impacto positivo y necesario de la profecía en la vida de la iglesia. A través de la edificación, exhortación y consolación, la profecía juega un papel vital en el fortalecimiento y crecimiento espiritual de la comunidad de fe.

Buscar y Desear la Profecía

Dado el impacto significativo de la profecía en la edificación de la iglesia, debemos seguir el mandato de Pablo en 1 Corintios 14:1 y procurar con fervor este don. Esto implica orar para que Dios nos conceda el don de la profecía y estar abiertos a ser usados por Él para hablar Su verdad y guía a otros.

Vivir en Edificación

Debemos estar comprometidos en edificar a otros en la fe. Esto se puede hacer no solo a través de la profecía, sino también mediante el discipulado, la enseñanza y el apoyo mutuo. Efesios 4:29 nos llama a hablar solo lo que es útil para la edificación según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los oyentes.

Exhortar con Amor

La exhortación debe ser hecha con amor y respeto, motivando a los demás a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Gálatas 6:1 nos instruye a restaurar a aquellos que han caído en pecado con un espíritu de mansedumbre. La exhortación profética debe ser un llamado a una vida más cercana a Dios y a la obediencia a Su Palabra.

Consolar a los Afligidos

La consolación es una parte esencial del ministerio profético. Debemos estar atentos a las necesidades emocionales y espirituales de aquellos que nos rodean, ofreciendo palabras de consuelo y esperanza basadas en las promesas de Dios. Romanos 12:15 nos exhorta a llorar con los que lloran, demostrando empatía y amor en todas nuestras interacciones.

Reflexión Final

1 Corintios 14:3 nos recuerda la importancia y el poder de la profecía en la vida de la iglesia. A través de este don, Dios edifica, exhorta y consuela a Su pueblo, proporcionando dirección y fortalecimiento en la fe. Que busquemos activamente el don de la profecía y lo usemos para edificar a la iglesia, exhortar a los creyentes y consolar a los afligidos, reflejando así el amor y la verdad de Dios en todas nuestras acciones y palabras. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe.


1 Corintios 14:4 – El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.

“El que habla en lengua extraña”

La frase “el que habla en lengua extraña” (en griego, “ho lalōn glōssē” – ὁ λαλῶν γλώσσῃ) se refiere a la persona que tiene el don de lenguas, un don del Espíritu Santo donde el creyente habla en un idioma que no ha aprendido naturalmente. Este don, mencionado en Hechos 2:4, se manifiesta como una expresión de oración y alabanza en un lenguaje desconocido para el hablante. Es una manifestación espiritual que, aunque edifica al individuo, tiene limitaciones en su impacto sobre la congregación a menos que haya interpretación. Este don es una expresión íntima de la relación con Dios, permitiendo una comunicación profunda y espiritual.

“A sí mismo se edifica”

La frase “a sí mismo se edifica” (en griego, “heauton oikodomei” – ἑαυτὸν οἰκοδομεῖ) indica que el don de lenguas tiene un beneficio personal. La edificación aquí se refiere al fortalecimiento y crecimiento espiritual del individuo. Judas 1:20 nos exhorta a edificarnos en nuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo. Hablar en lenguas es una forma de edificación personal, fortaleciendo la fe y la comunión con Dios. Esta práctica es valiosa para el crecimiento espiritual personal y para mantener una conexión íntima con Dios, aunque su impacto es limitado en el contexto comunitario sin interpretación.

“Pero”

La palabra “pero” (en griego, “de” – δὲ) introduce un contraste significativo. En este caso, Pablo está contrastando el beneficio personal del don de lenguas con el beneficio comunitario del don de profecía. Este contraste es crucial para entender la prioridad que Pablo da a la profecía en la edificación de la iglesia. La conjunción “pero” subraya la importancia de considerar no solo nuestra edificación personal, sino también la edificación del cuerpo de Cristo en su conjunto.

“El que profetiza”

La frase “el que profetiza” (en griego, “ho prophēteuōn” – ὁ προφητεύων) se refiere a la persona que tiene el don de profecía. Este don incluye la proclamación de la voluntad de Dios, revelando verdades espirituales y exhortando a la iglesia. A diferencia de hablar en lenguas, la profecía es entendida por todos y, por lo tanto, tiene un impacto directo en la comunidad. 1 Corintios 12:10 y 1 Corintios 14:1 nos animan a procurar este don debido a su gran valor en la comunidad de fe. La profecía guía, corrige y anima a la iglesia, proporcionando dirección y revelación divina (Efesios 4:11-13).

“Edifica a la iglesia”

La frase “edifica a la iglesia” (en griego, “ekklēsian oikodomei” – ἐκκλησίαν οἰκοδομεῖ) indica que la profecía tiene un beneficio comunitario. La edificación aquí se refiere al fortalecimiento, crecimiento y desarrollo espiritual de toda la congregación. 1 Corintios 14:12 nos dice que los dones espirituales deben ser utilizados para la edificación de la iglesia. La profecía fortalece la fe, promueve la unidad y ayuda a los creyentes a crecer en su relación con Dios. Efesios 4:12-13 nos enseña que los dones espirituales, incluyendo la profecía, son dados para preparar a los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo.

Conclusión

1 Corintios 14:4 destaca la diferencia en el impacto del don de lenguas y el don de profecía. Mientras que el don de lenguas edifica al individuo, la profecía edifica a toda la iglesia. Esta distinción nos llama a valorar y procurar los dones que beneficien a la comunidad de fe en su conjunto.

Procurar los Dones que Edifican a la Iglesia

Debemos seguir el mandato de Pablo en 1 Corintios 14:1 y procurar con fervor el don de profecía, ya que tiene un impacto significativo en la edificación de la iglesia. Esto implica orar para que Dios nos conceda este don y estar abiertos a ser usados por Él para hablar Su verdad y guía a otros. Procurar los dones que edifican a la iglesia refleja nuestro compromiso con el bienestar y el crecimiento espiritual de la comunidad de fe (Efesios 4:29).

Valorar la Edificación Personal y Comunitaria

Es importante reconocer el valor de la edificación personal a través del don de lenguas, pero también debemos buscar maneras de contribuir a la edificación de toda la iglesia. Esto puede incluir el uso de otros dones espirituales, como la enseñanza, el servicio y la exhortación, para fortalecer y animar a los demás (1 Pedro 4:10). La edificación comunitaria es un principio fundamental en el uso de los dones espirituales, promoviendo la comprensión, la unidad y el crecimiento espiritual (1 Corintios 14:3-5).

Buscar la Dirección del Espíritu Santo

Es crucial depender del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Debemos estar sensibles a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo (Efesios 5:18). La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son esenciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales.

Reflexión Final

1 Corintios 14:4 nos llama a una comprensión más profunda y equilibrada de los dones espirituales, en particular el don de lenguas y el don de profecía. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con amor, sabiduría y un enfoque en la edificación de la iglesia. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe.


1 Corintios 14:5 – Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

“Así que, quisiera”

La frase “Así que, quisiera” (en griego, “thelō de” – θέλω δὲ) revela el deseo pastoral de Pablo. Este deseo no es simplemente una preferencia personal, sino una exhortación basada en su comprensión del propósito y el funcionamiento de los dones espirituales en la iglesia. El verbo “thelō” implica un anhelo fuerte y una intención seria. Pablo desea lo mejor para la iglesia, que es el pleno funcionamiento de los dones espirituales de una manera que edifique a todos los creyentes (1 Corintios 12:31).

“Que todos vosotros hablaseis en lenguas”

Pablo reconoce el valor del don de lenguas diciendo que desea que todos en la iglesia tuvieran este don. “Que todos vosotros hablaseis en lenguas” (en griego, “pantas hymas lalein glōssais” – πάντας ὑμᾶς λαλεῖν γλώσσαις) destaca la universalidad y la accesibilidad del don de lenguas como una manifestación del Espíritu Santo. Hablar en lenguas es una forma poderosa de oración y alabanza, proporcionando edificación personal y fortalecimiento espiritual. En 1 Corintios 14:18, Pablo dice que él habla en lenguas más que todos ellos, lo que muestra su aprecio por este don. Sin embargo, él quiere que este don sea usado adecuadamente dentro del contexto de la iglesia para beneficio máximo.

“Pero más que profetizaseis”

La frase “pero más que profetizaseis” (en griego, “mallon de hina prophēteuēte” – μᾶλλον δὲ ἵνα προφητεύητε) introduce una prioridad clara. Aunque Pablo valora el don de lenguas, él enfatiza aún más la importancia del don de profecía. La profecía tiene un impacto mayor en la edificación de la iglesia porque es entendida por todos y puede proporcionar exhortación, edificación y consolación (1 Corintios 14:3). La profecía es más beneficiosa en un contexto congregacional porque comunica la voluntad y la revelación de Dios de manera clara y directa, edificando así a toda la iglesia.

“Porque mayor es el que profetiza”

La declaración “porque mayor es el que profetiza” (en griego, “meizōn gar ho prophēteuōn” – μείζων γὰρ ὁ προφητεύων) subraya la superioridad del don de profecía en términos de su impacto en la comunidad de fe. No se trata de una mayor valía personal, sino de la mayor utilidad del don para la edificación de la iglesia. La profecía edifica, exhorta y consuela a los creyentes, proporcionando dirección y fortalecimiento espiritual (1 Corintios 14:3). Esta superioridad se basa en la capacidad de la profecía para comunicar directamente la voluntad de Dios a la congregación, promoviendo así el crecimiento y la unidad.

“Que el que habla en lenguas”

La frase “que el que habla en lenguas” (en griego, “ho lalōn glōssais” – ὁ λαλῶν γλώσσαις) contrasta con el profeta. Aunque el don de lenguas es valioso, su utilidad en la congregación es limitada sin interpretación. Pablo reconoce la importancia del don de lenguas para la edificación personal, pero resalta que su impacto comunitario es limitado si no se entiende (1 Corintios 14:2). Este contraste destaca la necesidad de buscar dones que beneficien a toda la iglesia.

“A no ser que las interprete”

La frase “a no ser que las interprete” (en griego, “ektos ei mē diermēneuē” – ἐκτὸς εἰ μὴ διερμηνεύῃ) introduce una condición importante. La interpretación de lenguas permite que el mensaje hablado en lenguas sea entendido por todos, transformando el beneficio personal en un beneficio comunitario. En 1 Corintios 14:13, Pablo instruye a quienes hablan en lenguas a orar para poder interpretarlas, de modo que la iglesia pueda ser edificada. La interpretación de lenguas convierte un mensaje personal en una exhortación, edificación y consolación para toda la congregación.

“Para que la iglesia reciba edificación”

La frase “para que la iglesia reciba edificación” (en griego, “hina hē ekklēsia oikodomēn labē” – ἵνα ἡ ἐκκλησία οἰκοδομὴν λάβῃ) resume el propósito final de los dones espirituales: la edificación del cuerpo de Cristo. Pablo enfatiza que todos los dones deben ser usados con el objetivo de fortalecer y construir la iglesia. Efesios 4:12-13 nos enseña que los dones son dados para preparar a los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a

la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. La edificación de la iglesia es esencial para su crecimiento y salud espiritual, y es el objetivo último del uso de los dones espirituales.

Conclusión

1 Corintios 14:5 subraya la importancia de procurar dones espirituales que beneficien a toda la congregación. Aunque Pablo valora el don de lenguas, enfatiza aún más el don de profecía debido a su impacto significativo en la edificación de la iglesia. Este versículo nos llama a buscar la edificación colectiva y a utilizar los dones espirituales con sabiduría y amor.

Procurar los Dones Espirituales que Edifican la Iglesia

Debemos seguir el mandato de Pablo en 1 Corintios 14:1 y procurar con fervor el don de profecía, ya que tiene un impacto significativo en la edificación de la iglesia. Esto implica orar para que Dios nos conceda este don y estar abiertos a ser usados por Él para hablar Su verdad y guía a otros. Procurar los dones que edifican a la iglesia refleja nuestro compromiso con el bienestar y el crecimiento espiritual de la comunidad de fe (Efesios 4:29).

Valorar la Edificación Personal y Comunitaria

Es importante reconocer el valor de la edificación personal a través del don de lenguas, pero también debemos buscar maneras de contribuir a la edificación de toda la iglesia. Esto puede incluir el uso de otros dones espirituales, como la enseñanza, el servicio y la exhortación, para fortalecer y animar a los demás (1 Pedro 4:10). La edificación comunitaria es un principio fundamental en el uso de los dones espirituales, promoviendo la comprensión, la unidad y el crecimiento espiritual (1 Corintios 14:3-5).

Buscar la Dirección del Espíritu Santo

Es crucial depender del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Debemos estar sensibles a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo (Efesios 5:18). La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son esenciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales.

Reflexión Final

1 Corintios 14:5 nos llama a una comprensión más profunda y equilibrada de los dones espirituales, en particular el don de lenguas y el don de profecía. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con amor, sabiduría y un enfoque en la edificación de la iglesia. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe.


1 Corintios 14:6 – Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?

“Ahora pues, hermanos”

La frase “Ahora pues, hermanos” (en griego, “Nun de, adelphoi” – Νυνὶ δέ, ἀδελφοί) establece una transición y un tono de cercanía y cariño. Pablo se dirige a los creyentes en Corinto con afecto y familiaridad, llamándolos “hermanos”. Esto subraya la unidad y la relación íntima dentro del cuerpo de Cristo. La expresión “Ahora pues” indica que Pablo está a punto de ofrecer una enseñanza práctica y directa basada en lo que ha dicho anteriormente. En toda la carta, Pablo utiliza el término “hermanos” para reforzar el sentido de comunidad y familia en Cristo (1 Corintios 1:10).

“Si yo voy a vosotros hablando en lenguas”

La frase “si yo voy a vosotros hablando en lenguas” (en griego, “ean elthō pros hymas lalōn glōssais” – ἐὰν ἔλθω πρὸς ὑμᾶς λαλῶν γλώσσαις) plantea una hipótesis. Pablo se imagina a sí mismo llegando a la iglesia de Corinto y hablando en lenguas. Este escenario es una ilustración de la limitación del don de lenguas cuando se usa sin interpretación en un contexto congregacional. Aunque el hablar en lenguas es un don valioso y edificante para el individuo, Pablo pregunta qué beneficio tendría para la congregación si no pueden entender lo que se dice. Este ejemplo enfatiza la necesidad de comunicación clara y comprensible para la edificación de la iglesia.

“¿Qué os aprovechará?”

La pregunta “¿qué os aprovechará?” (en griego, “ti hymas ōphelēsei?” – τί ὑμᾶς ὠφελήσει;) pone en relieve la utilidad práctica de los dones espirituales. Pablo está preocupado por el beneficio real y tangible para los miembros de la iglesia. Esta pregunta retórica sugiere que hablar en lenguas sin interpretación no aporta ningún beneficio concreto a la congregación. 1 Corintios 12:7 nos enseña que cada manifestación del Espíritu es dada para el bien común. Si la congregación no puede entender el mensaje, no hay edificación ni crecimiento espiritual.

“Si no os hablo con revelación”

La “revelación” (en griego, “apokalypsin” – ἀποκάλυψιν) se refiere a la comunicación de verdades divinas que han sido ocultas pero ahora son reveladas. Pablo destaca que hablar en lenguas sin interpretación carece de valor para la congregación a menos que venga acompañado de una revelación clara de Dios. La revelación es una forma de conocimiento espiritual que edifica a la iglesia al revelar la voluntad y el carácter de Dios (Efesios 1:17). La revelación proporciona dirección, sabiduría y entendimiento, fortaleciendo la fe de los creyentes y ayudándoles a vivir de acuerdo con los propósitos de Dios.

“O con ciencia”

La “ciencia” (en griego, “gnōsin” – γνῶσιν) implica conocimiento profundo y comprensión de las verdades espirituales. Pablo sugiere que la comunicación debe incluir conocimiento que instruya y edifique a la iglesia. En 1 Corintios 12:8, se menciona el don de la palabra de conocimiento como una manifestación del Espíritu que es valiosa para la edificación de la iglesia. Este conocimiento no es meramente intelectual, sino que es una comprensión espiritual que ayuda a los creyentes a crecer en su fe y en su relación con Dios. La ciencia edifica al proporcionar claridad y profundización en las verdades bíblicas.

“O con profecía”

La “profecía” (en griego, “prophēteian” – προφητείαν) es la proclamación de la voluntad de Dios, revelando verdades espirituales y exhortando a la iglesia. La profecía edifica, exhorta y consuela a los creyentes, proporcionando dirección y fortalecimiento espiritual (1 Corintios 14:3). Pablo resalta la superioridad de la profecía en comparación con el don de lenguas no interpretado porque la profecía es entendida por todos y puede edificar a la iglesia directamente. En 1 Corintios 14:1, Pablo anima a los creyentes a procurar este don debido a su gran valor en la comunidad de fe.

“O con doctrina”

La “doctrina” (en griego, “didachē” – διδαχή) se refiere a la enseñanza sistemática de las verdades bíblicas. La doctrina es esencial para la formación y el crecimiento espiritual de los creyentes. 2 Timoteo 3:16-17 nos enseña que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia. La doctrina proporciona una base sólida para la fe, ayudando a los creyentes a comprender y aplicar las enseñanzas de la Biblia en sus vidas diarias. Enseñar con doctrina edifica a la iglesia al proporcionar fundamentos claros y prácticos para vivir una vida piadosa.

Conclusión

1 Corintios 14:6 subraya la importancia de la comprensión y la edificación en el uso de los dones espirituales dentro de la congregación. Pablo nos enseña que los dones deben ser usados de manera que beneficien y fortalezcan a la iglesia, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina.

Procurar la Comunicación Clara y Edificante

Debemos asegurarnos de que nuestra comunicación en la iglesia sea clara y edificante. Esto implica buscar y utilizar dones espirituales que proporcionen entendimiento y edificación para todos los miembros de la congregación. Procurar hablar con revelación, ciencia, profecía y doctrina refleja nuestro compromiso con el bienestar y el crecimiento espiritual de la comunidad de fe (Efesios 4:29).

Valorar la Edificación de la Iglesia

Es crucial reconocer que los dones espirituales deben ser usados para la edificación de la iglesia. Esto significa que debemos evaluar cómo nuestras palabras y acciones contribuyen al fortalecimiento y crecimiento de la comunidad de fe. La edificación comunitaria es un principio fundamental en el uso de los dones espirituales, promoviendo la comprensión, la unidad y el crecimiento espiritual (1 Corintios 14:3-5).

Buscar la Dirección del Espíritu Santo

Debemos depender del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Esto implica estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo (Efesios 5:18). La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son esenciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales.

Reflexión Final

1 Corintios 14:6 nos llama a una comprensión más profunda y equilibrada de los dones espirituales. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con amor, sabiduría y un enfoque en la edificación de la iglesia. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:7 – Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara?

“Ciertamente”

La palabra “ciertamente” (en griego, “omōs” – ὅμως) introduce una afirmación que Pablo está haciendo para ilustrar un punto importante. Este término subraya la inevitabilidad y la claridad de lo que va a explicar, asegurando que los lectores comprendan la seriedad y la lógica detrás de su argumento. En este contexto, Pablo usa una metáfora para explicar la importancia de la claridad en la comunicación espiritual.

“Las cosas inanimadas que producen sonidos”

La frase “las cosas inanimadas que producen sonidos” (en griego, “ta apsycha phōnēn didonta” – τὰ ἄψυχα φωνὴν διδόντα) se refiere a instrumentos musicales como la flauta y la cítara. Estos instrumentos, aunque no tienen vida, pueden producir sonidos que son significativos y comprensibles. Pablo usa esta metáfora para comparar la comunicación clara y comprensible con el uso correcto de los dones espirituales. Así como los instrumentos deben producir sonidos claros para ser entendidos, los dones espirituales deben ser usados de manera que edifiquen y beneficien a la congregación.

“Como la flauta o la cítara”

La “flauta” (en griego, “aulos” – αὐλός) y la “cítara” (en griego, “kithara” – κιθάρα) son ejemplos de instrumentos musicales que eran comunes en la antigüedad. La flauta es un instrumento de viento y la cítara es un instrumento de cuerda. Ambos requieren habilidad para producir música armoniosa y comprensible. Pablo usa estos ejemplos para ilustrar cómo los dones espirituales deben ser ejercidos con claridad y propósito. Si estos instrumentos no producen sonidos claros y distintos, no pueden cumplir su propósito de crear música que sea entendida y apreciada.

“Si no dan distinción de voces”

La frase “si no dan distinción de voces” (en griego, “ean diastolēn tois phthongois mē dō” – ἐὰν διαστολὴν τοῖς φθόγγοις μὴ δῷ) destaca la necesidad de claridad y diferenciación en los sonidos producidos por los instrumentos. Sin esta distinción, los sonidos se convierten en ruido confuso y carecen de significado. Esta idea se aplica directamente a los dones espirituales, especialmente al don de lenguas. Sin interpretación, el hablar en lenguas puede ser confuso y no edificante para la congregación. La distinción y claridad en la comunicación son esenciales para que el mensaje sea entendido y para que la iglesia sea edificada (1 Corintios 14:9).

“¿Cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara?”

La pregunta retórica “¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara?” (en griego, “pōs gnōsthēsetai to auloumenon ē to kitharizomenon?” – πῶς γνωσθήσεται τὸ αὐλούμενον ἢ τὸ κιθαριζόμενον;) subraya la inutilidad de los sonidos indistinguibles. Si los sonidos producidos por los instrumentos no son claros y distintos, nadie puede reconocer la melodía o la intención detrás de la música. De la misma manera, si los dones espirituales no son utilizados de manera comprensible y clara, no pueden edificar a la iglesia. La comprensión y la claridad son cruciales para la comunicación efectiva en el cuerpo de Cristo.

Conclusión

1 Corintios 14:7 utiliza la metáfora de los instrumentos musicales para ilustrar la importancia de la claridad y la distinción en la comunicación espiritual. Pablo nos enseña que, al igual que los instrumentos deben producir sonidos claros para ser entendidos, los dones espirituales deben ser usados de manera que beneficien y edifiquen a la congregación.

Buscar la Claridad en la Comunicación Espiritual

Debemos esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual. Esto incluye el uso de dones espirituales de una manera que todos puedan entender y ser edificados. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29).

Valorar la Comprensión y la Edificación

Es crucial que nuestros esfuerzos en la iglesia busquen siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Buscar la Dirección del Espíritu Santo

Debemos depender del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Esto implica estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo (Efesios 5:18). La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son esenciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales.

Reflexión Final

1 Corintios 14:7 nos llama a una comprensión más profunda y equilibrada de los dones espirituales. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con claridad, sabiduría y un enfoque en la edificación de la iglesia. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:8 – Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?

“Y si”

La frase “Y si” (en griego, “kai ean” – καὶ ἐὰν) introduce una condición hipotética. Pablo está planteando un escenario para ilustrar un punto importante sobre la claridad en la comunicación. Esta introducción nos prepara para considerar las implicaciones de un sonido incierto y cómo afecta la preparación y la respuesta de las personas. La estructura condicional resalta la importancia de lo que sigue, llamando nuestra atención a la necesidad de certeza y claridad en las señales que damos y recibimos.

“La trompeta”

La “trompeta” (en griego, “salpinx” – σάλπιγξ) era un instrumento crucial en la vida militar y religiosa de la antigüedad. En el contexto militar, la trompeta se utilizaba para dar señales claras a las tropas, indicando cuándo avanzar, retirarse o prepararse para la batalla. En el contexto religioso, la trompeta también tenía un significado importante en las ceremonias y convocaciones sagradas (Números 10:1-10). Pablo usa la trompeta como una metáfora poderosa para la comunicación clara y decisiva. La trompeta debía dar un sonido claro y reconocible para que las tropas supieran qué acción tomar.

“Diere sonido incierto”

La frase “diere sonido incierto” (en griego, “adēlon phthongon dō” – ἄδηλον φθόγγον δῷ) describe una señal que es vaga, confusa o indistinguible. Un sonido incierto de la trompeta no proporcionaría la dirección necesaria para las tropas. Esta falta de claridad podría resultar en caos y desorganización. En el contexto de los dones espirituales, un “sonido incierto” representa una comunicación que no es clara ni comprensible para la congregación. 1 Corintios 14:9 enfatiza que si no usamos palabras comprensibles, hablamos al aire. La claridad y la distinción en la comunicación son esenciales para la edificación y la coordinación en el cuerpo de Cristo.

“¿Quién se preparará para la batalla?”

La pregunta retórica “¿quién se preparará para la batalla?” (en griego, “tis hetoimasetai eis polemon?” – τίς ἑτοιμασθήσεται εἰς πόλεμον;) subraya la consecuencia de un sonido incierto. Sin una señal clara, las tropas no pueden prepararse adecuadamente para la batalla. Esta falta de preparación puede llevar al desastre. En el contexto espiritual, la claridad en la comunicación es crucial para que la iglesia esté preparada y unida en su misión. Efesios 6:10-18 nos llama a estar preparados con toda la armadura de Dios para enfrentar las batallas espirituales. La preparación adecuada requiere instrucciones claras y comprensibles, tanto en el ámbito militar como en el espiritual.

Conclusión

1 Corintios 14:8 utiliza la metáfora de la trompeta para ilustrar la importancia de la claridad en la comunicación espiritual. Pablo nos enseña que, al igual que la trompeta debe dar un sonido claro para preparar a las tropas para la batalla, los dones espirituales deben ser usados de manera comprensible para edificar y preparar a la iglesia.

Buscar la Claridad en la Comunicación Espiritual

Debemos esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual. Esto incluye el uso de dones espirituales de una manera que todos puedan entender y ser edificados. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29).

Valorar la Comprensión y la Edificación

Es crucial que nuestros esfuerzos en la iglesia busquen siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Buscar la Dirección del Espíritu Santo

Debemos depender del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Esto implica estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo (Efesios 5:18). La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son esenciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales.

Reflexión Final

1 Corintios 14:8 nos llama a una comprensión más profunda y equilibrada de los dones espirituales. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con claridad, sabiduría y un enfoque en la edificación de la iglesia. Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:9 – Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.

“Así también vosotros”

La frase “Así también vosotros” (en griego, “houtōs kai hymeis” – οὕτως καὶ ὑμεῖς) conecta la ilustración anterior con la aplicación práctica para los creyentes en Corinto. Pablo utiliza una metáfora clara y familiar, comparando la claridad en la comunicación espiritual con la de una trompeta en el contexto militar. Al decir “así también vosotros,” Pablo está trasladando el principio de la claridad a la práctica de los dones espirituales en la iglesia. Este es un llamado directo a la congregación para que consideren cómo sus acciones y palabras afectan a la comunidad de fe. Debemos entender que nuestra comunicación en la iglesia debe ser clara y comprensible para que todos puedan ser edificados. Esto implica que, al usar dones espirituales como el hablar en lenguas, debemos asegurarnos de que haya interpretación o de usar otros dones que sean más comprensibles y edificantes para todos (1 Corintios 14:12).

“Si por la lengua no diereis palabra bien comprensible”

La frase “si por la lengua no diereis palabra bien comprensible” (en griego, “ean mē eusemon logon dōte dia tēs glōssēs” – ἐὰν μὴ εὔσημον λόγον δῶτε διὰ τῆς γλώσσης) pone énfasis en la necesidad de claridad y distinción en la comunicación. Hablar en lenguas sin interpretación puede ser espiritualmente edificante para el individuo, pero sin una traducción clara y comprensible, no puede edificar a la congregación. “Palabra bien comprensible” subraya la importancia de comunicar de manera que los oyentes puedan entender y beneficiarse espiritualmente. Es crucial que busquemos la claridad en nuestras palabras y acciones dentro de la iglesia. Debemos procurar que nuestra comunicación espiritual sea entendida por todos, lo que implica buscar y usar dones que proporcionen revelación, conocimiento, profecía y enseñanza clara (1 Corintios 14:26). En Efesios 4:29 se nos exhorta a que nuestras palabras sean buenas para edificación, según la necesidad del momento, para impartir gracia a los oyentes.

“¿Cómo se entenderá lo que decís?”

La pregunta retórica “¿cómo se entenderá lo que decís?” (en griego, “pōs gnōsthēsetai to laloumenon?” – πῶς γνωσθήσεται τὸ λαλούμενον;) resalta la inutilidad de la comunicación que no es clara. Si los oyentes no pueden entender lo que se dice, no pueden ser edificados ni recibir la instrucción necesaria para su crecimiento espiritual. Esta falta de entendimiento puede llevar a confusión y desunión en la iglesia. Debemos ser conscientes de que nuestra meta en la comunicación espiritual es la edificación y el entendimiento. Necesitamos asegurarnos de que nuestras palabras y enseñanzas sean claras y accesibles para todos los miembros de la iglesia, promoviendo así la unidad y el crecimiento espiritual (Efesios 4:12-13). En Colosenses 3:16, Pablo nos instruye a que la palabra de Cristo habite en abundancia en nosotros, enseñándonos y exhortándonos unos a otros con toda sabiduría.

“Porque hablaréis al aire”

La frase “porque hablaréis al aire” (en griego, “esesthe gar eis aera lalountes” – ἔσεσθε γὰρ εἰς ἀέρα λαλούντες) describe la futilidad de hablar sin ser comprendido. Hablar “al aire” implica que las palabras no alcanzan su objetivo, no impactan ni benefician a los oyentes. Es una imagen de ineficacia y desperdicio de esfuerzo. En el contexto de los dones espirituales, esto subraya la importancia de buscar dones que realmente edifiquen y beneficien a la congregación. Es crucial que evitemos la ineficacia en nuestra comunicación espiritual. Debemos procurar que nuestras palabras sean edificantes y útiles, asegurándonos de que cada miembro de la congregación pueda entender y ser edificado por ellas. Esto incluye la interpretación de lenguas y el uso de la profecía, la enseñanza y otros dones que sean claros y comprensibles (1 Pedro 4:10-11). En 1 Corintios 14:19, Pablo enfatiza que prefiere hablar cinco palabras con entendimiento para instruir a otros que diez mil palabras en lengua desconocida.

Reflexión Final

1 Corintios 14:9 nos llama a una comprensión profunda y equilibrada de los dones espirituales, enfatizando la necesidad de claridad y comprensión en nuestra comunicación. Nos recuerda que estos dones son una obra del Espíritu Santo y deben ser usados con sabiduría y amor para la edificación de la iglesia. Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5). Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18). Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:10 – Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado

“Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo”

La frase “Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo” (en griego, “tosauta, ei tynchon, genē phōnōn estin en kosmō” – τοσαῦτα, εἰ τύχον, γένη φωνῶν ἐστὶν ἐν κόσμῳ) nos hace reflexionar sobre la diversidad lingüística presente en el mundo. Esta diversidad refleja la creatividad y la sabiduría de Dios en la creación. La palabra “idiomas” (en griego, “phōnōn” – φωνῶν) se refiere a las diversas lenguas que existen en el mundo, cada una con su propio conjunto de sonidos, gramática y vocabulario. En Génesis 11:1-9, vemos la historia de la torre de Babel, donde Dios confundió el lenguaje de los seres humanos, dispersándolos por toda la tierra y creando así múltiples idiomas. Esta diversidad de lenguas también se celebra en Apocalipsis 7:9, donde una gran multitud de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas adora a Dios.

La palabra “mundo” (en griego, “kosmō” – κόσμῳ) se refiere al universo creado por Dios, incluyendo a toda la humanidad. Este término abarca la totalidad de la creación y enfatiza la vastedad y la complejidad de la obra de Dios. Cada idioma tiene su propio conjunto de reglas, sonidos y estructuras que le dan significado. Esta diversidad nos recuerda la importancia de la comunicación clara y efectiva. En el contexto de la iglesia, esto nos enseña que la claridad y la comprensión son fundamentales para la edificación. Efesios 4:29 nos exhorta a que nuestras palabras sean buenas para edificación, según la necesidad del momento, para impartir gracia a los oyentes. Si no nos comunicamos de manera que todos entiendan, nuestro mensaje pierde su efectividad. Debemos esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual, lo cual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación.

“Y ninguno de ellos carece de significado”

La frase “Y ninguno de ellos carece de significado” (en griego, “kai oudeis aphōnos estin” – καὶ οὐδείς ἄφωνος ἐστίν) subraya que cada idioma tiene su propio significado y propósito. La palabra “significado” (en griego, “aphōnos” – ἄφωνος) implica que cada lengua tiene sonidos y palabras que comunican ideas y sentimientos. No hay lenguas sin sentido; cada una comunica algo importante para sus hablantes. Cada idioma es una manifestación de la riqueza cultural y la creatividad humana que Dios ha permitido. En el contexto de los dones espirituales, esto nos recuerda que nuestras palabras y mensajes deben ser significativos y comprensibles para los demás. 1 Corintios 12:7 nos dice que a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común.

La importancia del significado en la comunicación es crucial para la edificación de la iglesia. Si nuestras palabras no tienen significado para los oyentes, no pueden edificarlos. Debemos procurar que nuestras enseñanzas, exhortaciones y profecías sean claras y comprensibles. Colosenses 4:6 nos instruye a que nuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepamos cómo debemos responder a cada uno. La claridad y la comprensibilidad en nuestra comunicación espiritual promueven la unidad, el entendimiento y el crecimiento espiritual dentro de la comunidad de fe.

Reflexión Final

1 Corintios 14:10 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la claridad y el significado en nuestra comunicación espiritual. Nos recuerda que, así como cada idioma en el mundo tiene su propio significado, nuestras palabras y mensajes en la iglesia deben ser comprensibles y edificantes para todos los miembros de la congregación.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:11 – Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.

“Pero si yo ignoro el valor de las palabras”

La frase “Pero si yo ignoro el valor de las palabras” (en griego, “ean oun mē eidō tēn dynamin tēs phōnēs” – ἐὰν οὖν μὴ εἰδῶ τὴν δύναμιν τῆς φωνῆς) se centra en la importancia de entender el significado y el poder de las palabras que se están hablando. La palabra “ignoro” (en griego, “mē eidō” – μὴ εἰδῶ) implica una falta de conocimiento o comprensión. Ignorar el valor de las palabras significa no reconocer o entender el significado y la intención detrás de ellas. Esto puede llevar a la falta de comunicación efectiva y, en última instancia, a la falta de edificación en la iglesia. En Proverbios 18:21, se nos dice que la muerte y la vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán de sus frutos. Esto subraya la importancia de ser conscientes del poder y el impacto de nuestras palabras.

Entender el valor de las palabras es crucial para la comunicación efectiva en cualquier contexto, pero especialmente dentro de la iglesia, donde la claridad y la comprensión son fundamentales para la edificación de la comunidad de fe. Si no entendemos el significado de lo que se dice, no podemos responder de manera adecuada ni beneficiarnos de la enseñanza o exhortación. Jesús mismo enfatizó la importancia de las palabras cuando dijo en Mateo 12:36 que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, darán cuenta en el día del juicio. Por lo tanto, debemos procurar hablar de manera que todos puedan entender y ser edificados.

“Seré como extranjero para el que habla”

La frase “Seré como extranjero para el que habla” (en griego, “esomai tō lalounti barbaros” – ἔσομαι τῷ λαλούντι βάρβαρος) utiliza la imagen de un extranjero o “bárbaro” (en griego, βάρβαρος) para ilustrar la falta de comprensión mutua. En la antigüedad, los griegos utilizaban la palabra “bárbaro” para referirse a cualquier persona que no hablaba su idioma y cuyos discursos les parecían incomprensibles, como sonidos incoherentes. Al decir “seré como extranjero para el que habla”, Pablo enfatiza la barrera comunicativa que se levanta cuando no se comprende el idioma o las palabras que se utilizan. Esta imagen subraya la sensación de alienación y desconexión que se produce cuando no hay entendimiento mutuo. La falta de comprensión crea una división, impidiendo la comunión y la unidad en la iglesia.

En el contexto de la iglesia, esto significa que si no entendemos lo que se dice, no podemos conectarnos plenamente con el mensaje ni con la persona que lo transmite. Esto va en contra del propósito de los dones espirituales, que es edificar y unir al cuerpo de Cristo. Efesios 2:19-22 nos recuerda que ya no somos extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Debemos esforzarnos por eliminar las barreras de incomprensión para fortalecer nuestra unidad y edificación mutua.

“Y el que habla será como extranjero para mí”

La frase “Y el que habla será como extranjero para mí” (en griego, “ho lalōn en emoi barbaros” – ὁ λαλῶν ἐν ἐμοὶ βάρβαρος) refuerza la idea de reciprocidad en la incomprensión. Así como yo seré como un extranjero para quien habla un idioma que no entiendo, igualmente, esa persona será como un extranjero para mí. Esta doble incomprensión resalta la importancia de la comunicación efectiva y comprensible en la comunidad de fe. Sin una comunicación clara y comprensible, no puede haber verdadera comunión ni edificación.

En Romanos 15:5-6, Pablo exhorta a los creyentes a tener el mismo sentir unos con otros conforme a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. La unidad y la edificación en la iglesia dependen de la capacidad de entendernos y comunicarnos claramente. La falta de comprensión no solo impide la edificación, sino que también puede causar divisiones y malentendidos. Por eso, es fundamental que busquemos formas de comunicarnos de manera clara y efectiva, asegurándonos de que nuestras palabras sean entendidas por todos los miembros de la iglesia.

Reflexión Final

1 Corintios 14:11 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la claridad y el entendimiento en nuestra comunicación espiritual. Nos recuerda que, sin comprensión, nuestras palabras son como las de un extranjero, creando una barrera que impide la edificación y la unidad en la iglesia.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:12 –  Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.

“Así también vosotros”

La frase “Así también vosotros” (en griego, “houtōs kai hymeis” – οὕτως καὶ ὑμεῖς) es una exhortación directa de Pablo a los creyentes de Corinto. Al utilizar “así también vosotros,” Pablo establece una conexión entre los ejemplos anteriores y la aplicación práctica que quiere que los corintios comprendan y adopten. Este llamado nos implica directamente, invitándonos a aplicar las lecciones de claridad y entendimiento en nuestra vida espiritual y comunitaria. Esto refleja la naturaleza práctica de las enseñanzas de Pablo, que siempre buscan la aplicación en la vida diaria de los creyentes.

En Romanos 12:1-2, Pablo también usa un llamado similar a la acción cuando insta a los hermanos a presentar sus cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, como una respuesta lógica a la misericordia de Dios. Este tipo de exhortación nos recuerda que la fe cristiana no es meramente teórica, sino que debe ser vivida y practicada activamente en nuestra relación con Dios y con los demás.

“Pues que anheláis dones espirituales”

La frase “Pues que anheláis dones espirituales” (en griego, “epei zēlōtai este pneumatōn” – ἐπεὶ ζηλωταί ἐστε πνευμάτων) reconoce el ferviente deseo de los corintios de recibir y ejercer los dones del Espíritu. La palabra “anheláis” (en griego, “zēlōtai” – ζηλωταί) implica un celo y un deseo ardiente. Este deseo no es negativo en sí mismo; de hecho, Pablo alienta a los creyentes a desear los dones espirituales en 1 Corintios 12:31. Sin embargo, este anhelo debe estar alineado con el propósito correcto y la motivación correcta.

El fervor por los dones espirituales debe ser guiado por el amor y el deseo de edificar a la iglesia. En 1 Corintios 13, Pablo habla extensamente sobre la preeminencia del amor sobre todos los dones espirituales. Sin amor, los dones se vuelven vacíos y sin propósito. Por lo tanto, debemos buscar los dones con la intención de servir y edificar a los demás, no para nuestra propia exaltación o satisfacción personal.

“Procurad abundar en ellos”

La frase “Procurad abundar en ellos” (en griego, “zēteite hina perisseuēte” – ζητεῖτε ἵνα περισσεύητε) es una exhortación a buscar y esforzarse por tener en abundancia los dones espirituales. El verbo “procurad” (en griego, “zēteite” – ζητεῖτε) indica una acción continua y deliberada de búsqueda. No es un deseo pasivo, sino un esfuerzo activo y constante por crecer en los dones que Dios nos ha dado. Esto implica una actitud de perseverancia y dedicación en nuestra vida espiritual.

En Mateo 7:7, Jesús nos anima a “pedir, buscar y llamar” como una expresión de nuestra fe activa. De la misma manera, debemos buscar continuamente crecer en los dones espirituales, con una actitud de dependencia y humildad ante Dios. Este esfuerzo activo por abundar en los dones también implica una disposición a ser moldeados y dirigidos por el Espíritu Santo.

“Para la edificación de la iglesia”

La frase “Para la edificación de la iglesia” (en griego, “pros tēn oikodomēn tēs ekklēsias” – πρὸς τὴν οἰκοδομὴν τῆς ἐκκλησίας) establece el propósito principal de los dones espirituales. La palabra “edificación” (en griego, “oikodomēn” – οἰκοδομήν) implica la construcción, el fortalecimiento y el crecimiento de la comunidad de fe. Los dones espirituales no son dados para la autoexaltación o para el beneficio personal, sino para el bien común y para fortalecer el cuerpo de Cristo.

En Efesios 4:11-13, Pablo explica que Cristo dio diferentes dones a la iglesia para preparar a los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios. Este proceso de edificación es esencial para el crecimiento y la salud espiritual de la iglesia. Cuando cada miembro utiliza sus dones para edificar a los demás, la iglesia crece en madurez, unidad y efectividad en su misión.

Reflexión Final

1 Corintios 14:12 nos llama a reflexionar sobre nuestra motivación y propósito al buscar y ejercer los dones espirituales. Nos recuerda que estos dones deben ser buscados con celo y esfuerzo, pero siempre con el objetivo de edificar a la iglesia y fortalecer la comunidad de fe.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:13 – Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.

“Por lo cual, el que habla en lengua”

La frase “Por lo cual, el que habla en lengua” (en griego, “dioper ho lalōn glōssē” – διόπερ ὁ λαλῶν γλώσσῃ) establece una conexión con los versículos anteriores y dirige la instrucción específica hacia aquellos que tienen el don de hablar en lenguas. Hablar en lenguas, un don espiritual mencionado en varias partes del Nuevo Testamento, como en Hechos 2:4 y 1 Corintios 12:10, se refiere a la capacidad de hablar en un idioma no aprendido previamente, a menudo un idioma celestial o de oración. Este don es una manifestación del Espíritu Santo y sirve para edificar personalmente al creyente, pero puede ser incomprensible para otros sin interpretación.

El hablar en lenguas es valioso, pero debe ser utilizado de manera que también beneficie a la congregación. La exhortación de Pablo es un recordatorio de que, aunque los dones espirituales tienen un componente personal y edificante, su uso en la comunidad debe enfocarse en el entendimiento y la edificación de todos.

“Pida en oración poder interpretarla”

La frase “Pida en oración poder interpretarla” (en griego, “proseuchesthō hina diermēneuē” – προσευχέσθω ἵνα διερμηνεύῃ) subraya la importancia de la interpretación de las lenguas. La palabra “pida” (en griego, “proseuchesthō” – προσευχέσθω) implica una acción continua de oración y búsqueda. No es un pedido casual, sino un deseo ferviente y persistente ante Dios. Esta oración para interpretar no solo beneficia al individuo, sino también a toda la congregación. La interpretación de lenguas transforma una experiencia personal en una que edifica a todos.

En 1 Corintios 12:10, Pablo menciona el don de la interpretación de lenguas como un don distinto pero complementario al don de hablar en lenguas. La interpretación permite que el mensaje hablado en una lengua desconocida sea entendido por todos, proporcionando edificación, exhortación y consuelo (1 Corintios 14:3). Es un medio por el cual la iglesia puede participar en la comprensión y ser edificada por los misterios revelados a través del don de lenguas. La importancia de la interpretación también se enfatiza en 1 Corintios 14:27-28, donde se instruye a que si no hay intérprete, el hablante en lenguas debe guardar silencio en la iglesia y hablar solo para sí mismo y para Dios.

Reflexión Final

1 Corintios 14:13 nos llama a reflexionar sobre la responsabilidad que acompaña el uso de los dones espirituales, específicamente el don de hablar en lenguas. Nos recuerda que estos dones deben ser utilizados de manera que beneficien y edifiquen a toda la congregación. La oración para la interpretación de lenguas es una expresión de humildad y de deseo de servir a los demás, buscando que todos puedan ser edificados y fortalecidos en la fe.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:14 – Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto

“Porque si yo oro en lengua desconocida”

La frase “Porque si yo oro en lengua desconocida” (en griego, “ean gar proseuchomai glōssē” – ἐὰν γὰρ προσεύχωμαι γλώσσῃ) introduce la idea de orar en una lengua que no es comprendida por la mente humana. La palabra “lengua” (en griego, “glōssē” – γλώσσῃ) aquí se refiere a un idioma no aprendido previamente, un don del Espíritu Santo mencionado en Hechos 2:4 y 1 Corintios 12:10. Este tipo de oración es una manifestación espiritual que puede ser edificante para el individuo, pero su significado no es claro sin interpretación.

La oración en lenguas es una expresión profunda del espíritu que se conecta directamente con Dios. Romanos 8:26 nos dice que el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad y que intercede por nosotros con gemidos indecibles. Este tipo de oración es una manera en la que nuestro espíritu se comunica directamente con Dios, más allá de las limitaciones del lenguaje humano. Sin embargo, Pablo quiere que entendamos que esta práctica tiene limitaciones en el contexto comunitario sin interpretación.

“Mi espíritu ora”

La frase “Mi espíritu ora” (en griego, “to pneuma mou proseuchetai” – τὸ πνεῦμά μου προσεύχεται) enfatiza que, en la oración en lenguas, es el espíritu del creyente el que está en comunicación directa con Dios. El “espíritu” (en griego, “pneuma” – πνεῦμα) representa la parte de nosotros que está en contacto con el Espíritu Santo y que puede comunicarse de manera que trasciende nuestras capacidades cognitivas normales. Esta oración en el espíritu es una profunda expresión de la conexión íntima con Dios.

En 1 Corintios 2:11, Pablo explica que el Espíritu de Dios es el único que puede conocer las cosas de Dios. De la misma manera, nuestro espíritu, guiado por el Espíritu Santo, puede orar de una manera que nuestra mente no puede comprender completamente. Esta oración espiritual es poderosa y efectiva, y es una demostración de nuestra dependencia del Espíritu Santo en nuestra vida de oración.

“Pero mi entendimiento queda sin fruto”

La frase “Pero mi entendimiento queda sin fruto” (en griego, “ho de nous mou akarpos estin” – ὁ δὲ νοῦς μου ἄκαρπός ἐστιν) señala una limitación importante de la oración en lenguas: aunque el espíritu ora, la mente (en griego, “nous” – νοῦς) no participa en la comprensión del contenido de la oración. “Sin fruto” (en griego, “akarpos” – ἄκαρπος) implica que no hay beneficio intelectual o comprensivo para el que ora ni para los que escuchan.

Esto no significa que la oración en lenguas sea inútil, sino que su edificación es limitada a nivel individual si no se entiende. En el contexto comunitario, la falta de comprensión puede ser una barrera para la edificación colectiva. 1 Corintios 14:19 enfatiza la importancia de hablar con entendimiento para instruir a los demás, prefiriendo hablar cinco palabras con entendimiento que diez mil palabras en lengua desconocida.

Reflexión Final

1 Corintios 14:14 nos llama a reflexionar sobre el equilibrio entre la oración espiritual y la edificación intelectual dentro de la comunidad de fe. Nos recuerda que, aunque la oración en lenguas es una práctica espiritual valiosa, debe complementarse con comprensión y edificación para ser verdaderamente beneficiosa para la iglesia.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:15 – ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.

“¿Qué, pues?”

La frase “¿Qué, pues?” (en griego, “ti oun?” – τί οὖν;) es una pregunta retórica que Pablo usa para dirigirnos hacia una conclusión práctica basada en lo que ha dicho anteriormente. Esta pregunta invita a los lectores a reflexionar y considerar las implicaciones de lo que se ha discutido. Pablo está llevando la enseñanza a una aplicación práctica, preguntando cuál debería ser nuestra respuesta y acción en base a la comprensión de la oración en lenguas y la edificación de la iglesia. Es una invitación a pensar en cómo equilibrar el uso de los dones espirituales de una manera que sea edificante para todos.

En Romanos 6:1, Pablo utiliza una pregunta similar para llevar a los creyentes a considerar la implicación de continuar en pecado para que la gracia abunde, y la respuesta a esa pregunta es una fuerte negación. Aquí, en 1 Corintios 14:15, la pregunta nos prepara para una respuesta práctica sobre cómo debemos orar y adorar de manera que beneficie tanto al espíritu como al entendimiento.

“Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento”

La frase “Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento” (en griego, “proseuxomai tō pneumati, proseuxomai de kai tō noï” – προσεύξομαι τῷ πνεύματι, προσεύξομαι δὲ καὶ τῷ νοΐ) destaca la importancia de un equilibrio entre la oración espiritual y la oración con entendimiento. Pablo reconoce el valor de ambas formas de oración y aboga por su uso combinado. “Oraré con el espíritu” se refiere a la oración en lenguas, que es una expresión directa del espíritu del creyente guiado por el Espíritu Santo (Romanos 8:26). “Oraré también con el entendimiento” implica que la oración debe ser comprensible y articulada en un idioma conocido, beneficiando así a la mente y permitiendo la edificación intelectual y espiritual.

Este equilibrio es crucial para una vida de oración plena. En Juan 4:24, Jesús dice que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Esto implica que nuestra adoración debe ser tanto una expresión sincera del corazón como una articulación clara y comprensible. La oración en el espíritu nos conecta profundamente con Dios, mientras que la oración con entendimiento nos permite articular nuestras necesidades, alabanzas y agradecimientos de manera que podamos reflexionar y crecer en nuestra relación con Dios.

“Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”

La frase “Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (en griego, “psalō tō pneumati, psalō de kai tō noï” – ψαλῶ τῷ πνεύματι, ψαλῶ δὲ καὶ τῷ νοΐ) amplía el principio del equilibrio entre espíritu y entendimiento a la adoración musical. Cantar con el espíritu puede incluir cantar en lenguas, permitiendo que el espíritu del creyente adore a Dios de una manera que trasciende el entendimiento humano. Cantar con el entendimiento implica usar palabras y melodías comprensibles que puedan ser entendidas y participadas por toda la congregación.

En Colosenses 3:16, Pablo exhorta a los creyentes a dejar que la palabra de Cristo habite en abundancia en ellos, enseñándose y exhortándose unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando a Dios con gratitud en sus corazones. Esto muestra que la adoración musical debe ser rica en contenido espiritual y accesible para la comunidad de fe. La música es una poderosa herramienta para la enseñanza y la edificación, y cuando se canta con entendimiento, permite que todos participen y sean edificados.

Reflexión Final

1 Corintios 14:15 nos llama a reflexionar sobre la importancia de equilibrar el uso de los dones espirituales de manera que beneficien tanto al espíritu como al entendimiento. Nos recuerda que nuestra oración y adoración deben ser una combinación de expresión espiritual profunda y claridad comprensible, asegurando que todos los miembros de la iglesia sean edificados y fortalecidos en su fe.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:16 – Porque si bendices solo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. 

“De otra manera, si bendices solo con el espíritu”

La frase “De otra manera, si bendices solo con el espíritu” (en griego, “epei ean eulogēs en pneumati” – ἐπεὶ ἐὰν εὐλογῇς ἐν πνεύματι) sugiere que bendecir solo con el espíritu se refiere a ofrecer alabanzas o bendiciones en lenguas. Bendecir (en griego, “eulogēs” – εὐλογῇς) implica pronunciar bien sobre algo o alguien, una práctica común en la adoración y la oración. En Romanos 8:26-27, se nos dice que el Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles, lo cual puede incluir bendecir y alabar a Dios de una manera que va más allá del entendimiento humano.

Sin embargo, cuando esta bendición es solo en espíritu, sin una traducción comprensible, puede causar una desconexión en la comunidad de fe. En Efesios 5:18-20, Pablo nos exhorta a ser llenos del Espíritu, hablando entre nosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestros corazones. Esta exhortación subraya la importancia de una adoración que no solo involucra al espíritu, sino también al entendimiento y a la participación de la comunidad.

“¿Cómo dirá el amén a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de simple oyente?”

La frase “¿Cómo dirá el amén a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de simple oyente?” (en griego, “pos erei to amēn epi tē sē eucharistia ho anaplērōn topon idiōtou?” – πῶς ἐρεῖ τὸ ἀμήν ἐπὶ τῇ σῇ εὐχαριστίᾳ ὁ ἀναπληρῶν τὸν τόπον ἰδιώτου;) plantea una pregunta retórica sobre la participación activa de los miembros de la congregación en la adoración. La palabra “amén” (en griego, “amēn” – ἀμήν) es una afirmación de verdad y acuerdo, usada comúnmente en la liturgia para expresar que uno está de acuerdo con lo que se ha dicho o orado (1 Corintios 14:16, Deuteronomio 27:15-26).

El “simple oyente” (en griego, “idiōtou” – ἰδιώτου) se refiere a una persona que no tiene conocimiento especial, es decir, un laico o alguien que no entiende las lenguas habladas. Si la acción de gracias es ofrecida en lenguas, el oyente no puede entender y, por lo tanto, no puede decir “amén”. Esto impide la participación y la edificación de la comunidad. En Nehemías 8:6, cuando Esdras bendijo al Señor, todo el pueblo respondió “Amén, Amén” levantando sus manos y adorando a Dios juntos. Esta unidad en la adoración es vital para la salud espiritual de la iglesia.

“Pues no sabe lo que has dicho”

La frase “Pues no sabe lo que has dicho” (en griego, “epei ti legeis ouk oiden” – ἐπεὶ τί λέγεις οὐκ οἶδεν) subraya la importancia de la comprensión en la adoración comunitaria. Si las palabras no son comprendidas, no pueden edificar ni beneficiar al oyente. Esta falta de entendimiento es una barrera significativa para la participación y la edificación. En Colosenses 4:6, Pablo nos insta a que nuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepamos cómo responder a cada uno. La claridad y el entendimiento son esenciales para que nuestras palabras sean edificantes y útiles para la comunidad.

Reflexión Final

1 Corintios 14:16 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la claridad y el entendimiento en nuestras oraciones y bendiciones dentro de la comunidad de fe. Nos recuerda que nuestras acciones de gracias y bendiciones deben ser comprendidas por todos para que la congregación pueda participar plenamente y ser edificada.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:17 – Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado.

“Porque tú, a la verdad, bien das gracias”

La frase “Porque tú, a la verdad, bien das gracias” (en griego, “sy men gar kalōs eucharisteis” – σὺ μὲν γὰρ καλῶς εὐχαριστεῖς) reconoce que la acción de dar gracias en lenguas es genuina y sincera. “Dar gracias” (en griego, “eucharisteis” – εὐχαριστεῖς) es una práctica fundamental en la vida cristiana, que refleja una actitud de gratitud hacia Dios. En 1 Tesalonicenses 5:18, Pablo nos exhorta a dar gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para nosotros en Cristo Jesús. La gratitud es una expresión de nuestra dependencia y reconocimiento de la bondad de Dios.

Dar gracias es esencial en nuestra adoración y relación con Dios. En Filipenses 4:6-7, se nos dice que no estemos afanosos por nada, sino que en toda oración y ruego, con acción de gracias, presentemos nuestras peticiones a Dios, y la paz de Dios guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. Esta acción de gracias, incluso cuando se hace en lenguas, es valiosa y significativa para el creyente, fortaleciendo su relación personal con Dios. La gratitud en la oración nos conecta profundamente con el carácter de Dios y Su provisión constante.

“Pero el otro no es edificado”

La frase “Pero el otro no es edificado” (en griego, “all’ ho heteros ouk oikodomeitai” – ἀλλ’ ὁ ἕτερος οὐκ οἰκοδομεῖται) subraya una limitación importante: aunque la acción de gracias es genuina, no edifica a los demás si no es comprendida. La palabra “edificado” (en griego, “oikodomeitai” – οἰκοδομεῖται) implica construir, fortalecer y desarrollar. En Efesios 4:29, Pablo nos exhorta a que nuestras palabras sean buenas para la edificación, según la necesidad del momento, para impartir gracia a los oyentes. La edificación de la comunidad de fe es un principio central en el uso de los dones espirituales.

En 1 Corintios 8:1, Pablo señala que el conocimiento envanece, pero el amor edifica. Esto significa que nuestras acciones y palabras deben ser guiadas por el amor y un deseo genuino de edificar a los demás. Si nuestras acciones de gracias no son comprendidas, no pueden cumplir con este propósito de edificación. La importancia de la edificación comunitaria es también destacada en 1 Corintios 12:7, donde se nos recuerda que a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Esto incluye asegurarnos de que nuestras expresiones de gratitud y adoración sean comprensibles y edificantes para toda la comunidad.

En 1 Corintios 14:3-5, Pablo explica que la profecía es superior al don de lenguas precisamente porque la profecía edifica, exhorta y consuela a la iglesia. El que profetiza edifica a la iglesia, mientras que el que habla en lenguas se edifica a sí mismo a menos que haya interpretación. Esto subraya la importancia de que nuestras expresiones de adoración y gratitud sean entendidas por todos, para que toda la iglesia pueda ser edificada y fortalecida en la fe.

Reflexión Final

1 Corintios 14:17 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la comprensión y la edificación en nuestras expresiones de gratitud y adoración dentro de la comunidad de fe. Nos recuerda que nuestras acciones de gracias, aunque genuinas y sinceras, deben ser comprendidas por los demás para que puedan ser edificados.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:18 – Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; 

“Doy gracias a Dios”

La frase “Doy gracias a Dios” (en griego, “eucharistō tō Theō” – εὐχαριστῶ τῷ Θεῷ) expresa una profunda gratitud de Pablo hacia Dios. Dar gracias a Dios es una práctica fundamental en la vida cristiana, que refleja una actitud de agradecimiento y reconocimiento de la bondad y la provisión divina. En 1 Tesalonicenses 5:18, Pablo nos exhorta a dar gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús. Esta gratitud es una manifestación de nuestra dependencia de Dios y una respuesta a Su constante fidelidad y gracia en nuestras vidas.

Dar gracias a Dios es una forma de adoración que nos recuerda Su soberanía y bondad. En Filipenses 4:6-7, se nos dice que no estemos afanosos por nada, sino que en toda oración y ruego, con acción de gracias, presentemos nuestras peticiones a Dios. La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. La gratitud no solo fortalece nuestra relación con Dios, sino que también nos llena de Su paz y nos ayuda a confiar en Su provisión.

“Porque hablo en lenguas más que todos vosotros”

La frase “Porque hablo en lenguas más que todos vosotros” (en griego, “hoti mallon pantōn humōn glōssais lalō” – ὅτι μᾶλλον πάντων ὑμῶν γλώσσαις λαλῶ) revela que Pablo no está menospreciando el don de lenguas, sino que reconoce su valor y utilidad. Pablo afirma que él mismo habla en lenguas más que los corintios, demostrando su aprecio y uso personal de este don. En Hechos 2:4, vemos que el don de lenguas fue una manifestación inicial del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, y en 1 Corintios 12:10, se menciona como uno de los dones espirituales dados para la edificación del cuerpo de Cristo.

Sin embargo, el uso de este don debe estar alineado con el propósito de edificar a la iglesia. En 1 Corintios 14:5, Pablo expresa su deseo de que todos hablen en lenguas, pero aún más que profeticen, porque la profecía edifica a la iglesia. El énfasis de Pablo está en la edificación colectiva y en el uso de los dones de manera que beneficien a toda la congregación.

Hablar en lenguas es una expresión de comunicación espiritual directa con Dios, como se menciona en 1 Corintios 14:2, donde se dice que el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, ya que nadie le entiende, sino que en su espíritu habla misterios. Esta práctica es valiosa para la edificación personal y para la oración, pero su impacto en la comunidad depende de la interpretación y comprensión por parte de los oyentes.

Reflexión Final

1 Corintios 14:18 nos llama a reflexionar sobre el equilibrio entre el uso personal de los dones espirituales y su impacto en la comunidad de fe. Pablo nos enseña que, aunque hablar en lenguas es valioso y edificante, debemos procurar que nuestras expresiones de adoración y gratitud también sean comprensibles y edificantes para todos los miembros de la iglesia.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:19 – pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.

“Pero en la iglesia”

La frase “Pero en la iglesia” (en griego, “alla en ekklēsia” – ἀλλὰ ἐν ἐκκλησίᾳ) establece un contraste importante entre la práctica privada y pública de los dones espirituales. La “iglesia” (en griego, “ekklēsia” – ἐκκλησίᾳ) se refiere a la asamblea de creyentes, la comunidad reunida para adorar a Dios, recibir enseñanza y edificación mutua. En Mateo 18:20, Jesús dice que donde dos o tres están reunidos en Su nombre, allí está Él en medio de ellos, subrayando la importancia de la comunidad y la presencia de Dios en la congregación. La vida de la iglesia implica comunión, adoración y edificación mutua, y nuestras acciones deben reflejar ese propósito colectivo.

En el contexto de la iglesia, nuestras palabras y acciones deben estar orientadas hacia la edificación de todos los presentes. En Efesios 4:11-12, Pablo nos enseña que Cristo dio dones a la iglesia para preparar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. Esto implica que nuestras prácticas espirituales deben contribuir al fortalecimiento y crecimiento de la comunidad de fe.

“Prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento”

La frase “Prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento” (en griego, “thelō de pente logous tō noi mou lalēsai” – θέλω δὲ πέντε λόγους τῷ νοΐ μου λαλῆσαι) enfatiza la prioridad de la claridad y la comprensión en la comunicación. Pablo valora más hablar pocas palabras que sean entendidas por todos que muchas palabras que no lo sean. “Entendimiento” (en griego, “noi” – νοΐ) se refiere a la capacidad de comprensión y razonamiento. En 1 Corintios 14:9, Pablo menciona que si no usamos palabras comprensibles, hablamos al aire. La comunicación efectiva en la iglesia requiere que nuestras palabras sean entendidas para que puedan edificar a los oyentes.

Hablar con entendimiento es esencial para la enseñanza y la edificación. En Colosenses 3:16, Pablo exhorta a los creyentes a que la palabra de Cristo habite en abundancia en ellos, enseñándose y exhortándose unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando a Dios con gratitud en sus corazones. La enseñanza y la exhortación deben ser claras y comprensibles para que todos puedan beneficiarse y crecer en su fe.

“Para enseñar también a otros”

La frase “Para enseñar también a otros” (en griego, “hina kai allous katēchēsō” – ἵνα καὶ ἄλλους κατηχήσω) subraya el propósito de hablar con entendimiento: la enseñanza. “Enseñar” (en griego, “katēchēsō” – κατηχήσω) implica instruir, guiar y edificar a los demás en la fe. La enseñanza es una parte fundamental del ministerio cristiano y es esencial para el crecimiento y la madurez espiritual de los creyentes. En 2 Timoteo 2:2, Pablo instruye a Timoteo a enseñar a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. La transmisión del conocimiento y la edificación mutua son vitales para la continuidad y la salud de la iglesia.

En 1 Corintios 12:28, Pablo enumera diversos dones y roles en la iglesia, incluyendo maestros. La enseñanza clara y comprensible es crucial para la edificación del cuerpo de Cristo. La capacidad de enseñar y ser enseñados asegura que la iglesia esté bien fundamentada en la verdad del Evangelio y que los creyentes sean equipados para vivir y servir de acuerdo con los propósitos de Dios.

“Que diez mil palabras en lengua desconocida”

La frase “Que diez mil palabras en lengua desconocida” (en griego, “ē myrias logous en glōssē” – ἢ μύριας λόγους ἐν γλώσσῃ) hace un fuerte contraste entre la cantidad y la calidad de las palabras habladas. “Diez mil” (en griego, “myrias” – μύριας) es un número grande que representa una gran cantidad de palabras que, aunque espiritualmente significativas, no son comprensibles sin interpretación. En 1 Corintios 13:1, Pablo afirma que aunque hable en lenguas humanas y angélicas, si no tiene amor, es como un metal que resuena o un címbalo que retiñe, subrayando que el amor y la edificación son superiores a la mera expresión espiritual sin entendimiento.

La comparación enfatiza que la claridad y la comprensión en la iglesia son esenciales para la edificación mutua. La prioridad debe ser siempre hablar de manera que los demás puedan entender, aprender y ser edificados. En 1 Corintios 14:27-28, Pablo instruye que si no hay intérprete, el que habla en lenguas debe guardar silencio en la iglesia y hablar para sí mismo y para Dios. Esto refuerza la importancia de que nuestras palabras en la asamblea sean comprensibles y edificantes.

Reflexión Final

1 Corintios 14:19 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la claridad y la comprensión en nuestra comunicación dentro de la iglesia. Nos enseña que, aunque hablar en lenguas es valioso y edificante para el individuo, hablar con entendimiento es esencial para la edificación de la comunidad de fe.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:20 – Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.

“Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar”

La frase “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar” (en griego, “adelphoi, mē paidia ginesthe tais phresin” – ἀδελφοί, μὴ παιδία γίνεσθε ταῖς φρεσίν) es una exhortación a la madurez espiritual e intelectual. Pablo se dirige a los creyentes como “hermanos”, enfatizando la relación familiar y la responsabilidad mutua dentro del cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 3:1-2, Pablo ya había mencionado la necesidad de crecer en madurez, indicando que no podía hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Les dio leche y no alimento sólido, porque aún no estaban preparados.

La madurez en el pensamiento implica una comprensión profunda y reflexiva de la fe cristiana. En Efesios 4:14, Pablo advierte que no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. La madurez espiritual nos permite discernir la verdad y vivir de acuerdo con los principios del Evangelio, fortaleciendo nuestra fe y nuestra capacidad para resistir las falsas enseñanzas.

“Sed niños en cuanto a la malicia”

La frase “Sed niños en cuanto a la malicia” (en griego, “alla tē kakia nēpiazete” – ἀλλὰ τῇ κακίᾳ νηπιάζετε) subraya la necesidad de mantener la inocencia y la pureza en relación con el mal. La “malicia” (en griego, “kakia” – κακίᾳ) se refiere a la maldad, el pecado y las intenciones dañinas. En Mateo 18:3, Jesús dice que a menos que nos volvamos como niños, no entraremos en el reino de los cielos, refiriéndose a la humildad, la pureza y la dependencia de Dios que caracterizan a los niños. Ser como niños en cuanto a la malicia significa mantener un corazón puro y libre de intenciones malignas, reflejando el carácter de Cristo.

En 1 Pedro 2:1-2, Pedro nos exhorta a desechar toda malicia, engaño, hipocresía, envidia y toda difamación, y a desear como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcamos para salvación. Esta pureza en relación con el mal nos permite vivir en santidad y caminar en integridad delante de Dios y de los demás.

“Pero maduros en el modo de pensar”

La frase “Pero maduros en el modo de pensar” (en griego, “tais de phresin teleioi ginesthe” – ταῖς δὲ φρεσὶν τέλειοι γίνεσθε) nos llama a alcanzar la madurez en nuestra comprensión y razonamiento espiritual. La palabra “maduros” (en griego, “teleioi” – τέλειοι) implica completitud, perfección y madurez plena. En Hebreos 5:14, se dice que el alimento sólido es para los maduros, los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Esta madurez en el pensamiento nos capacita para entender y aplicar las verdades profundas de la fe cristiana en nuestras vidas diarias.

La madurez espiritual no solo implica conocimiento, sino también la capacidad de aplicar ese conocimiento de manera práctica y sabia. En Colosenses 1:28, Pablo habla de presentar a todo hombre perfecto en Cristo, lo cual es el objetivo de su ministerio de enseñanza y advertencia. Esta perfección o madurez se alcanza mediante una comprensión profunda de la doctrina cristiana y una vida vivida en conformidad con ella.

Reflexión Final

1 Corintios 14:20 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la madurez en nuestra vida espiritual e intelectual. Nos enseña que debemos buscar ser maduros en nuestro entendimiento y discernimiento espiritual, mientras mantenemos la pureza y la inocencia en relación con el mal. Esta madurez nos capacita para edificar a otros y resistir las falsas enseñanzas, viviendo de acuerdo con los principios del Evangelio.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:21 – En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.

“En la ley está escrito”

La frase “En la ley está escrito” (en griego, “en tō nomō gegraptai” – ἐν τῷ νόμῳ γέγραπται) señala que Pablo está citando una referencia de las Escrituras, específicamente del Antiguo Testamento. En este caso, “la ley” puede referirse a todo el conjunto de la enseñanza judía, incluyendo los profetas. Pablo se refiere a Isaías 28:11-12, que habla del juicio de Dios sobre Israel por medio de lenguas extranjeras. Esta cita subraya que la Escritura es la base de la enseñanza y la revelación, y que los eventos actuales en la iglesia de Corinto tienen sus raíces y explicaciones en las Escrituras.

En Romanos 15:4, Pablo explica que todo lo que fue escrito en el pasado se escribió para nuestra enseñanza, para que por la perseverancia y el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza. Las Escrituras nos proporcionan ejemplos, advertencias y enseñanzas que son relevantes para nuestra vida y práctica cristiana. En este contexto, la referencia a la ley subraya la continuidad y la relevancia de las enseñanzas del Antiguo Testamento para la iglesia del Nuevo Testamento.

“En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo”

La frase “En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo” (en griego, “hetērois glossais kai hetērois cheilesin lalēsō tō laō toutō” – ἑτέροις γλώσσαις καὶ ἑτέροις χείλεσιν λαλήσω τῷ λαῷ τούτῳ) es una cita directa de Isaías 28:11. Este pasaje originalmente hablaba del juicio de Dios sobre Israel, donde Dios usaría a los asirios, que hablaban un idioma extraño, como un signo de juicio debido a la desobediencia del pueblo. En el contexto de 1 Corintios 14, Pablo usa esta referencia para ilustrar que el uso de lenguas no comprendidas puede ser una señal de juicio y confusión para los incrédulos.

Este uso de lenguas extranjeras como signo de juicio se ve reflejado en Deuteronomio 28:49, donde Dios advierte a Israel que, si desobedecen, enviará una nación de lejos, cuyos habitantes hablan una lengua que no entenderán. Este patrón de usar lenguas extranjeras como señal de juicio subraya la seriedad de la desobediencia y la necesidad de comprensión clara de la palabra de Dios. En el Nuevo Testamento, la presencia de lenguas extranjeras sin interpretación puede ser vista como un signo que causa confusión en lugar de edificación, a menos que haya interpretación.

“Y ni aun así me oirán, dice el Señor”

La frase “Y ni aun así me oirán, dice el Señor” (en griego, “oude houtōs eisin eisakousontai mou, legei Kyrios” – οὐδὲ οὕτως εἰσὶν εἰσακούσονται μου, λέγει Κύριος) resalta la obstinación y la falta de respuesta del pueblo de Israel a los juicios de Dios. A pesar de los signos claros y las advertencias, el pueblo no escuchó ni respondió a Dios. En Hebreos 3:7-8, se nos exhorta a no endurecer nuestros corazones como en la rebelión, recordándonos la importancia de escuchar y responder a la voz de Dios.

En el contexto de la iglesia de Corinto, Pablo utiliza esta referencia para advertir sobre el peligro de la incomprensión y la falta de edificación en el uso de los dones espirituales. Sin la interpretación adecuada, el uso de lenguas puede resultar en falta de comprensión y edificación, similar a cómo Israel no respondió a los signos de juicio de Dios. En Romanos 10:21, Pablo cita a Isaías diciendo que Dios ha extendido sus manos todo el día a un pueblo desobediente y contradictor, subrayando la paciencia y el llamado continuo de Dios a la obediencia y la respuesta.

Reflexión Final

1 Corintios 14:21 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la comprensión y la edificación en el uso de los dones espirituales. Pablo nos enseña que, aunque las lenguas son un don valioso, su uso debe ser acompañado de interpretación para que todos puedan ser edificados y la iglesia pueda crecer en comprensión y unidad.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:22 – Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. 

“Así que, las lenguas son por señal”

La frase “Así que, las lenguas son por señal” (en griego, “hōste hai glossai eisin eis sēmeion” – ὥστε αἱ γλῶσσαι εἰσὶν εἰς σημεῖον) destaca el propósito específico del don de lenguas en la iglesia. Las lenguas son una señal, un indicador visible de la presencia y el poder del Espíritu Santo. Este don se manifestó de manera poderosa en el día de Pentecostés, como se relata en Hechos 2:4, cuando los discípulos comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen. Este evento fue una señal para los judíos y los prosélitos reunidos en Jerusalén de que Dios estaba haciendo algo nuevo y poderoso en medio de ellos.

Las señales tienen un propósito: llamar la atención y comunicar algo significativo. En este caso, las lenguas sirven como un signo de la acción sobrenatural de Dios. Sin embargo, Pablo aclara que su función como señal tiene un contexto y una audiencia específicos, lo cual se expande en las siguientes frases del versículo.

“No a los creyentes, sino a los incrédulos”

La frase “No a los creyentes, sino a los incrédulos” (en griego, “ou tois pisteuousin, alla tois apistois” – οὐ τοῖς πιστεύουσιν, ἀλλὰ τοῖς ἀπίστοις) señala que las lenguas son una señal destinada a los incrédulos. En Isaías 28:11-12, Dios usa lenguas extranjeras como una señal de juicio para el pueblo de Israel, que no escuchó Su voz en su propio idioma. De manera similar, en el Nuevo Testamento, las lenguas pueden servir como una señal para los incrédulos de que Dios está presente y activo, y que Su mensaje merece ser tomado en serio.

En 1 Corintios 14:23, Pablo menciona que si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran personas no instruidas o incrédulos, dirán que están locos. Esto sugiere que, sin interpretación, el don de lenguas puede causar confusión en lugar de edificación, especialmente entre los incrédulos. La señal debe ser clara y comprensible para cumplir su propósito de llamar la atención y provocar una respuesta de fe.

“Pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes”

La frase “Pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes” (en griego, “hē de prophēteia ou tois apistois, alla tois pisteuousin” – ἡ δὲ προφητεία οὐ τοῖς ἀπίστοις, ἀλλὰ τοῖς πιστεύουσιν) enfatiza el contraste entre el propósito de las lenguas y el de la profecía. La profecía es un don destinado principalmente a los creyentes, para su edificación, exhortación y consuelo (1 Corintios 14:3). La profecía comunica la palabra de Dios de manera comprensible y directa, edificando la fe y fortaleciendo la comunidad de creyentes.

En 1 Corintios 14:24-25, Pablo explica que si todos profetizan y entra algún incrédulo o no instruido, él es convencido por todos y es juzgado por todos, y así, los secretos de su corazón son revelados; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que Dios está realmente entre ellos. Esto muestra que la profecía tiene el poder de impactar incluso a los incrédulos, llevándolos al reconocimiento de la presencia de Dios.

Reflexión Final

1 Corintios 14:22 nos llama a reflexionar sobre el propósito y el uso adecuado de los dones espirituales, particularmente las lenguas y la profecía. Pablo nos enseña que las lenguas son una señal destinada a los incrédulos, mientras que la profecía es principalmente para la edificación de los creyentes. Este entendimiento nos ayuda a usar los dones espirituales de manera que maximicen su impacto y edificación en la iglesia.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:23 – Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? 

“Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar”

La frase “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar” (en griego, “ean oun synelthē hē ekklēsia holē epi to auto” – ἐὰν οὖν συνέλθῃ ἡ ἐκκλησία ὅλη ἐπὶ τὸ αὐτό) describe una asamblea completa de la iglesia, donde todos los miembros se congregan para adorar, aprender y edificarse mutuamente. Este escenario refleja la práctica de la iglesia primitiva, que se reunía regularmente para la comunión, la enseñanza de los apóstoles, la oración y la fracción del pan, como se describe en Hechos 2:42-47. La reunión de toda la iglesia es una oportunidad para experimentar la presencia de Dios y para que los dones espirituales sean ejercidos para el beneficio de todos.

En 1 Corintios 11:18-20, Pablo ya había mencionado la importancia de reunirse como iglesia, pero también advirtió sobre los problemas que pueden surgir cuando no se hace de manera ordenada y con un propósito claro. La unidad y la edificación mutua son esenciales en las reuniones de la iglesia, y el uso de los dones espirituales debe contribuir a estos fines.

“Y todos hablan en lenguas”

La frase “Y todos hablan en lenguas” (en griego, “kai pantes glōssais lalōsin” – καὶ πάντες γλώσσαις λαλῶσιν) plantea un escenario en el que todos los miembros de la iglesia están hablando en lenguas al mismo tiempo. Aunque hablar en lenguas es un don valioso, Pablo señala que si todos hablan en lenguas sin interpretación, puede resultar en confusión. En 1 Corintios 14:27-28, Pablo instruye que si alguien habla en lenguas, debe haber interpretación, y si no hay intérprete, el hablante debe guardar silencio en la iglesia y hablar para sí mismo y para Dios.

El uso no regulado de las lenguas puede llevar a un ambiente desordenado y poco edificante. En 1 Corintios 14:33, Pablo afirma que Dios no es un Dios de confusión, sino de paz, y por lo tanto, nuestras reuniones deben reflejar ese orden divino. La edificación y el entendimiento mutuo deben ser prioritarios en nuestras prácticas espirituales.

“Y entran indoctos o incrédulos”

La frase “Y entran indoctos o incrédulos” (en griego, “eiselthōsin de idiōtai ē apistoi” – εἰσέλθωσιν δὲ ἰδιῶται ἢ ἄπιστοι) se refiere a la entrada de personas que no están familiarizadas con la fe cristiana o que no creen en Cristo. “Indoctos” (en griego, “idiōtai” – ἰδιῶται) son aquellos que no tienen conocimiento especial de la fe, mientras que “incrédulos” (en griego, “apistoi” – ἄπιστοι) son aquellos que no creen. La presencia de estos individuos en la reunión de la iglesia es una oportunidad para el testimonio y la evangelización, pero también plantea un desafío en términos de comprensión y edificación.

En 1 Corintios 14:24-25, Pablo explica que si todos profetizan y entra algún incrédulo o indocto, es convencido por todos y es juzgado por todos, y los secretos de su corazón son revelados, lo que lo lleva a adorar a Dios y reconocer que Dios está verdaderamente entre ellos. Esto subraya la importancia de la claridad y la comprensión en la comunicación espiritual, especialmente cuando hay personas presentes que no están familiarizadas con la fe.

“Dirán que estáis locos”

La frase “Dirán que estáis locos” (en griego, “erousin hoti mainesthe” – ἐροῦσιν ὅτι μαίνεσθε) señala la percepción negativa que los indoctos o incrédulos pueden tener si ven que todos hablan en lenguas sin interpretación. La falta de comprensión puede llevar a la confusión y a la conclusión de que los creyentes están actuando de manera irracional. En Hechos 2:13, cuando los discípulos hablaban en lenguas en el día de Pentecostés, algunos se burlaban diciendo que estaban llenos de mosto, mostrando cómo el malentendido puede llevar a una percepción negativa.

El propósito de nuestras reuniones debe ser claro y comprensible para todos, incluyendo a los no creyentes que puedan estar presentes. En 1 Corintios 14:9, Pablo menciona que si no usamos palabras comprensibles, hablamos al aire. La claridad y el entendimiento son esenciales para que todos puedan ser edificados y para que los no creyentes puedan ser atraídos a la fe.

Reflexión Final

1 Corintios 14:23 nos llama a reflexionar sobre la importancia de la claridad y el orden en nuestras reuniones de iglesia. Pablo nos enseña que, aunque el don de lenguas es valioso, debe ser usado de manera que promueva la edificación y la comprensión, especialmente cuando hay personas presentes que no están familiarizadas con la fe cristiana.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:24 – Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado;

“Pero si todos profetizan”

La frase “Pero si todos profetizan” (en griego, “ean de pantes prophēteuōsin” – ἐὰν δὲ πάντες προφητεύωσιν) introduce un contraste con el escenario anterior de todos hablando en lenguas. La profecía es un don espiritual que, a diferencia de las lenguas, comunica un mensaje claro y comprensible directamente a los oyentes. La profecía tiene como propósito la edificación, exhortación y consuelo de la iglesia (1 Corintios 14:3). En Números 11:29, Moisés expresa su deseo de que todo el pueblo de Dios profetizara, mostrando el valor y el impacto positivo de este don.

La profecía, al ser clara y comprensible, edifica a toda la congregación y puede impactar profundamente a los no creyentes que estén presentes. En 1 Corintios 14:31, Pablo dice que todos pueden profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. Esto subraya la importancia de la profecía en la edificación mutua y en la enseñanza dentro de la comunidad de fe.

“Y entra algún incrédulo o indocto”

La frase “Y entra algún incrédulo o indocto” (en griego, “eiselthēi de tis apistos ē idiōtēs” – εἰσέλθῃ δέ τις ἄπιστος ἢ ἰδιώτης) se refiere a la presencia de personas que no están familiarizadas con la fe cristiana o que no creen en Cristo. Los “incrédulos” (en griego, “apistos” – ἄπιστος) son aquellos que no creen, mientras que los “indoctos” (en griego, “idiōtēs” – ἰδιώτης) son aquellos que no tienen conocimiento especial de la fe. La entrada de tales individuos en la asamblea de la iglesia presenta una oportunidad para el testimonio y la evangelización.

En Hechos 2:37, después del sermón de Pedro en Pentecostés, los oyentes fueron compungidos de corazón y preguntaron qué debían hacer para ser salvos. Esto muestra el poder de la proclamación clara y comprensible de la palabra de Dios para impactar a los incrédulos y llevarlos al arrepentimiento. La presencia de incrédulos e indoctos en la iglesia debe ser vista como una oportunidad para que el Espíritu Santo obre a través de la profecía y la enseñanza.

“Por todos es convencido, por todos es juzgado”

La frase “Por todos es convencido, por todos es juzgado” (en griego, “elegchetai hypo pantōn, anakrinetai hypo pantōn” – ἐλέγχεται ὑπὸ πάντων, ἀνακρίνεται ὑπὸ πάντων) describe el impacto de la profecía en la vida de un incrédulo o indocto. “Convencido” (en griego, “elegchetai” – ἐλέγχεται) implica ser confrontado y corregido, mientras que “juzgado” (en griego, “anakrinetai” – ἀνακρίνεται) sugiere un examen y evaluación de su vida y acciones.

En Hebreos 4:12, se nos dice que la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Este poder de la palabra de Dios para revelar y confrontar el pecado es lo que provoca la convicción y el juicio mencionados por Pablo.

La profecía tiene el poder de revelar la verdad de Dios de manera que impacta profundamente a los oyentes, llevándolos al arrepentimiento y a una nueva comprensión de su necesidad de Dios. En Juan 16:8, Jesús habla del Espíritu Santo que vendrá para convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Este es el papel que la profecía puede desempeñar en la vida de los incrédulos presentes en la iglesia.

Reflexión Final

1 Corintios 14:24 nos llama a reflexionar sobre el poder de la profecía en la iglesia. Pablo nos enseña que, a diferencia de las lenguas, la profecía comunica un mensaje claro y comprensible que puede edificar a los creyentes y convencer a los incrédulos. La presencia de profecía en nuestras reuniones no solo fortalece a la comunidad de fe, sino que también tiene el potencial de impactar profundamente a aquellos que no conocen a Cristo, llevándolos a una experiencia de convicción y juicio que puede resultar en su salvación.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.


1 Corintios 14:25 – lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.

“Lo oculto de su corazón se hace manifiesto”

La frase “Lo oculto de su corazón se hace manifiesto” (en griego, “ta krypta tēs kardias autou phanera ginetai” – τὰ κρυπτὰ τῆς καρδίας αὐτοῦ φανερὰ γίνεται) habla del poder revelador de la profecía para exponer las profundidades del corazón humano. “Lo oculto” (en griego, “krypta” – κρυπτὰ) se refiere a los pensamientos, intenciones y pecados que están escondidos dentro del corazón. En Jeremías 17:9-10, se nos dice que el corazón es engañoso más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Dios responde que Él, el Señor, escudriña el corazón y prueba los pensamientos para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.

La revelación de lo oculto en el corazón a través de la profecía puede traer convicción de pecado y una comprensión de la necesidad de arrepentimiento y transformación. En Hebreos 4:12, se nos dice que la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. La profecía, como expresión de la palabra de Dios, tiene este mismo poder revelador.

“Y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios”

La frase “Y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios” (en griego, “kai houtōs pesōn epi prosōpon proskynēsei tō Theō” – καὶ οὕτως πεσὼν ἐπὶ πρόσωπον προσκυνήσει τῷ Θεῷ) describe la respuesta de un corazón convencido y transformado por la revelación de Dios. “Postrándose sobre el rostro” (en griego, “pesōn epi prosōpon” – πεσὼν ἐπὶ πρόσωπον) es un acto de humildad y sumisión total ante Dios. En Isaías 6:5, cuando el profeta Isaías tuvo una visión de la gloria de Dios, su respuesta fue: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”

La adoración genuina es una respuesta a la revelación de Dios y la comprensión de nuestra propia condición. En Lucas 5:8, cuando Pedro presenció el milagro de la pesca milagrosa, se postró ante Jesús y dijo: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.” Este acto de adoración refleja un reconocimiento de la santidad de Dios y nuestra propia necesidad de Su gracia y misericordia.

“Declarando que Dios está realmente entre vosotros”

La frase “Declarando que Dios está realmente entre vosotros” (en griego, “apangelei hoti ontōs ho Theos en hymin estin” – ἀπαγγελεῖ ὅτι ὄντως ὁ Θεὸς ἐν ὑμῖν ἐστίν) subraya el testimonio poderoso que la presencia de Dios puede tener en la vida de los incrédulos y no instruidos. La manifestación clara y poderosa de los dones espirituales, especialmente la profecía, puede llevar a un reconocimiento de que Dios está presente y activo en medio de la congregación. En Zacarías 8:23, se profetiza que diez hombres de todas las lenguas de las naciones tomarán del manto de un judío, diciendo: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.”

Este reconocimiento de la presencia de Dios es un testimonio poderoso que puede atraer a los incrédulos a la fe y fortalecer la confianza de los creyentes. En Mateo 18:20, Jesús promete que donde dos o tres se reúnen en Su nombre, allí está Él en medio de ellos. La presencia manifiesta de Dios en la comunidad de fe es una evidencia de Su amor, poder y verdad, y puede ser un factor decisivo para llevar a las personas a una relación salvadora con Él.

Reflexión Final

1 Corintios 14:25 nos llama a reflexionar sobre el impacto profundo y transformador de la profecía en la vida de la iglesia. Pablo nos enseña que la profecía tiene el poder de revelar lo oculto en el corazón humano, llevar a las personas al arrepentimiento y la adoración, y testificar de la presencia real de Dios en medio de Su pueblo.

Esforzarnos por ser claros y comprensibles en nuestra comunicación espiritual implica que debemos procurar dones que sean entendidos por todos y que proporcionen edificación. La claridad en la comunicación promueve la edificación, la unidad y el crecimiento espiritual de la iglesia (Efesios 4:29). Nuestros esfuerzos en la iglesia deben buscar siempre la comprensión y la edificación de todos los miembros. Esto puede incluir la interpretación de lenguas, la enseñanza clara de la doctrina y el uso de profecía para exhortar y consolar. La comprensión y la edificación son fundamentales para el crecimiento espiritual y la salud de la iglesia (1 Corintios 14:3-5).

Dependemos del Espíritu Santo en el uso y la administración de los dones espirituales. Estar atentos a Su guía y buscar Su sabiduría en cómo usar estos dones para la gloria de Dios y el bien de Su pueblo es esencial. La humildad y la disposición para ser usados por Dios en cualquier capacidad que Él determine son cruciales para el correcto ejercicio de los dones espirituales (Efesios 5:18).

Que vivamos con la pasión de seguir el amor, procurar los dones espirituales y usarlos de manera que reflejen el carácter y el propósito de Dios en nuestras vidas y en nuestra comunidad de fe. Que busquemos siempre edificar a los demás con claridad y distinción, proporcionando revelación, conocimiento, profecía y doctrina, y que nuestra comunicación en la iglesia sea clara, comprensible y edificante para todos.

1 Corintios 13:1 – Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe

Oración por el Amor que Trasciende Todo

Te pedimos que este amor, que todo lo sufre, cree, espera y soporta, sea evidente en nuestras relaciones y en nuestras acciones diarias. Que nuestras vidas sean un reflejo de Tu amor incondicional y eterno, atrayendo a otros a conocerte y a experimentar Tu gracia redentora.

En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, oramos. Amén.


En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, oramos. Amén.

1 Corintios 13:1

El Amor: El Camino Más Excelente

“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, soy como un metal que resuena o un platillo que retiñe.

Que el amor de Cristo nos guíe y nos fortalezca para vivir de acuerdo con estos principios, para la gloria de Dios y el bien de los demás.


J

1 Corintios 13:1

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.”

Lenguas

  • Isaías 28:11, Deuteronomio 28:49, Salmos 81:5, Isaías 33:19, Jeremías 5:15, Daniel 1:4, Daniel 1:17, Marcos 16:17, Hechos 2:4, Hechos 2:11, Hechos 10:46, Hechos 19:6, 1 Corintios 12:10, 1 Corintios 12:28, 1 Corintios 12:30, 1 Corintios 13:8, 1 Corintios 14:2, 1 Corintios 14:4, 1 Corintios 14:5, 1 Corintios 14:6, 1 Corintios 14:9, 1 Corintios 14:13, 1 Corintios 14:18, 1 Corintios 14:19, 1 Corintios 14:22, 1 Corintios 14:23, 1 Corintios 14:26, 1 Corintios 14:27, 1 Corintios 14:39, Apocalipsis 7:9.

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