El Inicio

Todo comienza con Dios, quien creó el mundo y todo lo que hay en él (Génesis 1:1, Colosenses 1:16). Desde el principio, Dios formó a la humanidad para tener una relación cercana con Él (Génesis 1:27, Génesis 2:7), pero el pecado, que es desobedecer a Dios y vivir a nuestra propia manera, se interpuso (Romanos 3:23). A causa del pecado, nos alejamos de Dios, creando una separación entre nosotros y Él (Isaías 59:2).

El Plan de Dios

Aunque Dios es justo y perfecto, y no puede tolerar el pecado (Habacuc 1:13), también es amoroso y lleno de gracia (Salmos 103:8, Efesios 2:4-5). Por eso, en lugar de abandonarnos, ideó un plan para salvarnos (Juan 3:16). En su increíble amor, envió a su Hijo, Jesús, para ser nuestro Salvador (1 Juan 4:14). Jesús, siendo Dios mismo (Juan 1:1, Juan 1:14), dejó la gloria del cielo y vino al mundo como un ser humano (Filipenses 2:6-7). Vivió una vida perfecta, sin pecado (1 Pedro 2:22), y dedicó su tiempo a enseñarnos sobre el Reino de Dios (Marcos 1:14-15) y a mostrarnos cómo vivir según la voluntad de Dios (Mateo 5-7).

El Sacrificio de Jesús

Finalmente, Jesús murió en una cruz, cargando sobre sí el peso de nuestros pecados (1 Pedro 2:24). Fue crucificado en nuestro lugar, como el sacrificio perfecto que satisfizo la justicia de Dios (Isaías 53:5, Romanos 5:8). Tres días después de su muerte, Jesús resucitó (Lucas 24:6-7), demostrando su poder sobre la muerte y el pecado (1 Corintios 15:3-4). Así, nos ofreció el regalo de una nueva vida para todo aquel que crea en Él (Juan 11:25-26).

La Invitación

La muerte y resurrección de Jesús significan que podemos ser perdonados y reconciliados con Dios (Efesios 1:7, 2 Corintios 5:18). No necesitamos vivir bajo el peso del pecado y la culpa, porque Jesús ya pagó por ello (Romanos 8:1). Ahora, todo el que confía en Él, arrepintiéndose sinceramente de sus pecados y creyendo en Jesús como el único Salvador, recibe la promesa de la vida eterna en el cielo (Juan 3:16, Romanos 10:9-10).

Pero esta es también una advertencia. La Biblia enseña que aquellos que rechacen el amor de Dios y se nieguen a arrepentirse enfrentarán el juicio (Juan 3:36, 2 Tesalonicenses 1:8-9). Hay un cielo para los que confían en Jesús, donde disfrutarán de la presencia de Dios para siempre (Apocalipsis 21:3-4), y un infierno, un lugar de separación eterna para aquellos que no aceptan el regalo de la salvación (Mateo 25:46, 2 Tesalonicenses 1:9).

Dios no quiere que nadie perezca (2 Pedro 3:9). Él nos invita a todos a creer y seguir a Jesús y vivir una nueva vida en Él (Juan 10:10). Si estás leyendo esto, la invitación es para ti. No es tarde para acercarte a Dios, arrepentirte de tus pecados, y poner tu fe en Jesús (2 Corintios 6:2). Él está esperando con los brazos abiertos, listo para darte una nueva esperanza, una nueva vida y la promesa de un hogar eterno con Él (Mateo 11:28-30).

La Decisión

Te animo con todo mi ser a creer en Jesús y poner tu confianza en Él, quien es el único camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). Sin Él, estamos perdidos y seguimos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1), pero si crees en Él y le sigues hoy, encontrarás la vida eterna. Busca a Dios con todo tu corazón, comienza a leer la Biblia y ora a Dios por sabiduría para conocerle más a través de Su Palabra (Santiago 1:5). Arrepiéntete de tus pecados y acércate a Él, porque mañana puede ser muy tarde (Hebreos 3:15). Entrégate a Jesús hoy, y Él te restaurará y sanará eternamente (Jeremías 30:17).

La Escritura nos enseña que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Por tanto, te animo a confiar en la obra completa de Cristo en la cruz, reconociendo que solo en Él hay salvación (Hechos 4:12). Al arrepentirte y creer en el Evangelio (Marcos 1:15), serás hecho nuevo en Cristo (2 Corintios 5:17) y recibirás el Espíritu Santo, quien te guiará en toda verdad (Juan 16:13).

No postergues esta decisión, que es la más importante de tu vida. La Biblia nos advierte que hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2). Ve a Jesús ya, y experimenta el perdón, la salvación, la redención, la sanación, la paz y el gozo que solo Él puede dar. Jesús invita a todos los que están cansados y cargados a venir a Él y hallar descanso (Mateo 11:28).